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Carlos Semprún Maura

El crimen fue en Tolosa

Aparte de los disturbios que no cesan, aunque huelgas y manifestaciones pierdan aliento, la actualidad pone de relieve dos procesos y un escándalo de órdago: el fin del proceso ELF, con sus millonarias mordidas; el comienzo del proceso por el asesinato del prefecto Erignac en Córcega, hace cuatro años, con la ausencia del principal sospechoso, Cantona, en fuga desde entonces; y, sobre todo, el escándalo de Tolosa. En este, exprostitutas y un monstruo –serial killer y violador–, Patrice Alegre, acusan a personalidades de la “buena sociedad” de la villa de haber organizado veladas sadomasoquistas, muy hardpartouzes, como en esos crímenes subvencionados.

Como tantas veces, la realidad supera la ficción, y el “Silencio de los corderos” se queda corto frente a lo ocurrido en Tolosa. ¿Qué crédito puede darse a un monstruo como Alegre, o a las declaraciones de unas putas, manipuladas, se dice, por el hampa local? Lo único seguro son los muertos. Lo que más llama la atención, y a su manera también resulta escandaloso, es que, como se ha convertido en costumbre en Francia, para nada se respete el secreto de la instrucción, y que los sospechosos se enteren de las acusaciones por la prensa. Sin secreto de la instrucción, la Justicia no puede actuar de forma serena.

Cabe preguntarse quién puede tener interés en organizar un complot de esa índole contra Dominique Baudis. Este, ex periodista de televisión, que fue herido en Líbano durante su larga guerra, sucedió a su padre, Pierre, en la alcaldía de Tolosa, fue diputado-alcalde durante años, notable provinciano de la UDF, amigo político de Douste Blazy, actual alcalde, y de François Bayrou, quien no ha dudado dos segundos en salir a la palestra y defenderle firmemente. Condujo Baudis la lista de centroderecha en unas elecciones europeas con cierto éxito, pero, por lo visto, se negó a ser ministro, y acaba de retirarse de la política activa, para presidir el CSA (Consejo Superior del Audiovisual), organismo burocrático estatal de control de los medios audiovisuales. Desde este puesto –¡ironía de las cosas!–, acababa de emprender una campaña contra la pornografía en la televisión. Fue precisamente éste su argumento cuando salió, una sola vez, por televisión, para “defender su honor” y su inocencia, denunciando la mafia pornográfica y sus sabrosos negocios.

Sus abogados, ya que él ha decidido callarse, salvo ante el juez, aluden también a un “complot político”. Pero, repito, ¿de quién? ¿por qué?, ya que prácticamente se ha retirado de la política. Incluso conociendo los abismos del alma humana y los tenebrosos vericuetos de la sexualidad, me resulta difícil imaginar a Dominique Baudis pagando al asesino por placer y matón a sueldo, Patrice Alegre, para que liquide a tal puta indiscreta, o a tal travesti chantajista para salvar su reputación de hônnete homme. Pido pruebas y justicia serena, en lo posible, pese al escándalo mediático ya instalado. Sean quienes sean y tengan los motivos que tengan, se basen en hechos o en mentiras absolutas, los infundios contra Dominique Baudis ya le han matado como hombre público. Todo esto apesta.

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