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Nélida Piñón, famosa escritora brasileña, ganadora del premio de la Universidad Menéndez Pelayo, afirmó: “no acepto que el mercado me dicte reglas”. Federico Mayor Zaragoza desea que la economía mundial dependa de valores y no del mercado.

Si doña Nélida cree que el mercado dicta reglas individuales, se equivoca. El mercado dicta reglas generales, no particulares. Por ejemplo, dicta que no se puede obligar a nadie ni a escribir libros ni a comprarlos. A partir de ahí, cada cual es libre.

Y si quiso decir que confía en vender libros, pero no está dispuesta a sacrificar valores por ello, yo pregunto: ¿qué cree esta señora que hacemos los demás? Todos vendemos cosas y procuramos no renunciar a principios. Eso es el mercado que ella reprueba. Y cuando no existe, entonces sí que los no afectos al poder deben escribir y hacer todo lo demás al dictado.

Federico Mayor Zaragoza es falaz y cursi. Lagrimeó: “Otro mundo es posible si la economía a escala mundial y la gestión de los grandes retos sociales, medioambientales y culturales, se guía por valores intransitorios y no por el mercado”.

Don Federico, ¿por qué cree que sólo los políticos y burócratas como usted atesoran valores “intransitorios”? La gente, en el mercado, también tiene principios y valores y moral, y además tiene leyes y justicia, que minimizan el engaño y el fraude. Si no hay mercado, entonces deberá haber dirección, control, planificación a cargo de las autoridades. ¿Es que ellas ostentan unos antecedentes mejores que los de los ciudadanos para manejar la libertad y los bienes de éstos?

En Libre Mercado

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