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Víctor Llano

Armando Guerra Solo

Los hermanos Castro se gastaron parte del dinero que le deben a España en financiar una multitudinaria manifestación frente a la sede diplomática de Madrid en La Habana. Después de llamar a Aznar, “caballerito cobarde” y “fuhrercito”, el coma-andante obligó a cientos de miles de cubanos a vilipendiar gravemente al Presidente del Gobierno Español. Cuanto más nos debe, más pretende ofendernos.

Cuba no sólo ocupa el primer lugar en la lista de los países morosos de España, es también el Estado que más incumple con la obligación de amortizar lo que nos adeuda. De hecho, la Isla-cárcel, representa por sí misma casi un tercio –32, 53%– del incumplimiento total de la deuda que con España mantienen todos los otros países de los que somos acreedores. No obstante –acaso con buen criterio– el ejecutivo español ha decidido responder con el desprecio a los insultos de un tirano que únicamente pretende ocultar su fracaso y sus crímenes.

Con intención de encubrir lo que pasa en sus cárceles, Armando Guerra Solo quiere ocupar el mayor espacio posible en los periódicos europeos. Busca que en ellos se hable de sus locuras y no del sufrimiento de cientos de disidentes y miles de presos comunes que se pudren en sus mazmorras. Prefiere quedar como bufón antes que como asesino.

Sin embargo, son ya muy pocos a los que consigue engañar. Según el último barómetro del Real Instituto Elcano, la valoración que los españoles hacen de Esteban Dido experimentó una muy significativa caída especialmente entre aquellos ciudadanos que se confiesan de izquierdas. Si en la encuesta del Instituto realizada en el pasado mes de noviembre, la política de Castro obtenía una puntuación de 3 en una escala de 1 a 10, seis meses después, la valoración que le conceden los entrevistados es tan sólo de 1,8. Los españoles que hoy suspenden con un 0 la gestión del coma-andante, son el doble de los que eran a principios de año. Entre las personas que se consideran de izquierdas la puntuación baja del 3,7 al 2,7, para las que se declaran de centro, de 2,7 al 1,7, y para las que se confiesan conservadoras, de 2,2 al 1,5.

Después de asesinar a tres negritos que sin agredir a nadie intentaron huir de la Isla-prisión, y de encarcelar a los disidentes más comprometidos, Castro ha perdido gran parte de las simpatías que aún despertaba en España. A Aznar ya no pueden hacerle daño sus insultos; pero lo que sí resulta lamentable es que el gobierno español haya invertido 3 millones de dólares en el Centro Cultural Español en La Habana. Aunque la propiedad siempre fue de los comunistas, ahora han decidido retirarle a España su administración.

Por fortuna –salvo el dinero– no se pierde gran cosa. En 1996 Eusebio Leal colocó la primera piedra de un edificio de 2000 metros cuadrados que supuestamente serviría para divulgar la cultura española en el cortijo de los hermanos Castro. Después de que el siniestro personaje que se presenta a sí mismo como Historiador Oficial de La Habana, participara en la creación de esta institución, a nadie puede extrañar que fueran Manuel Vicent y Vázquez Montalbán los primeros en disfrutar de los tres millones de dólares que España se dejó allí. Sin embargo, no debemos ser injustos con dos de los más importantes intelectuales de la izquierda española, estamos convencidos de que a ninguno de ellos les hubiera importado pronunciar sus conferencias en cualquiera de los miles de Comités de Defensa de La Revolución que –entre otras muchas cosas– le han servido a Castro para movilizar a un millón de cubanos en contra de José María Aznar. En los tristemente famosos CDR los dos escritores españoles se hubieran sentido tan cómodos como en el Centro Cultural de España. Lástima de los tres millones de dólares que hemos gastado sin necesidad. ¿Qué hará ahora el coma-andante con el edificio? Quizás traslade allí la Sede de la Seguridad del Estado. En Villa Marista ya no queda espacio para torturar a más disidentes.

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