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Víctor Cheretski

Torturar no es delito

Torturar a los sospechosos, culpables o inocentes, en comisarías rusas no constituye ningún delito, asegura un artículo recién publicado en el semanario moscovita Yejenedelni Jurnal (Revista Semanal). Además, en muchas provincias rusas este es el pan de cada día. El artículo cuenta varias historias ocurridas en la ciudad de Nizni Novgorod, importante centro industrial en las orillas del Volga.

Maxím Podsvídov, de 17 años, fue sometido a un interrogatorio como testigo en la investigación de un caso de robo. Como no dió a la policía ninguna pista, fue esposado y duramente apaleado. Luego fue sometido a la tortura llamada “el sobre”: sus manos fueron atadas a sus pies detrás de la espalda. Asustado, el joven terminó involucrando en el robo a su propio hermano que no tenía nada que ver con el caso. Los padres del menor, apoyados por la organización local de derechos humanos, presentaron una denuncia. El verdugo, policía Ivanov, fue juzgado y declarado inocente en cinco ocasiones. Terminó condenado a seis años pero nunca fue encarcelado.

El estudiante universitario, Alexei Mijéev, fue detenido y acusado de violación y asesinato de una joven desaparecida de su casa. Mijéev fue apaleado y torturado con descargas eléctricas. Acabó confesando su autoría en este asesinato y en otras cinco más. Pero la policía seguía torturándole porque quería saber donde estaban los cadáveres. Como no tenía ni idea de todos estos crímenes no pudo contestar y terminó tirándose por la ventana de la comisaría por no aguantar más torturas. Al día siguiente apareció la “violada y asesinada” que había pasado varios días de vacaciones en casa de unas amigas. Ningún policía-asesino fue castigado.

Dmitri Ochélkov, detenido por su presunta participación en un robo, fue torturado con máscara antigases. Le apalearon y le colocaron la máscara cerrando el acceso del aire hasta que perdiera la consciencia. Posteriormente fue torturado con descargas eléctricas. El caso salió a la prensa sin ninguna consecuencia para los torturadores.

Yejenidelni Jurnal asegura que las torturas seguirán vigentes en Rusia mientras el poder judicial no sea independiente del poder ejecutivo y la fiscalía no esté compinchada con la policía. La verdad es que en un estado policial es el policía quien juzga y determina el nivel de culpabilidad de los ciudadanos y no hay quien lo pare. Utiliza la tortura para que su labor sea más “productiva” y ni siquiera lo niega. En una encuesta hecha en la región de Krasnoyarsk (Siberia), la mayoría de los oficiales confesaron que utilizan la tortura a diario.


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