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Víctor Gago

La tentación “neoliberal”

Como el San Antonio de Flaubert, el presidente cesante de Canarias padece el trance de las escatologías, durante su caída del cielo a la tierra. Allí donde el místico ve un catobeplas, Román Rodríguez delira de mortificación sublime por el repulsivo mercado. Durante su penúltimo discurso institucional, con ocasión del Día de la Comunidad Autónoma, el alicaído líder nacionalista, al que ni su partido ha querido presentar a la reelección, pidió al próximo Gobierno que "evite la tentación neoliberal" y cultive la santidad del Estado del Bienestar y la planificación vertical de la economía (que él llama, beatíficamente, "Directrices de Ordenación General y del Turismo").

Es curioso cómo no pocos políticos identifican la libertad individual con una tentación peligrosa al alcance de la gente: la intolerable seducción de que cada uno se responsabilice de sus oportunidades, siempre renovada, siempre "neo". Ya se sabe cómo se las gasta esta clase de santos a la hora de administrar la salvación: para sí mismos, toda la libertad de recortar la concupiscente libertad de los demás.

San Antonio, como Román Rodríguez y otros políticos santurrones y paternalistas, experimenta todas las tentaciones sólo con el fin de salvar a los demás de caer en las mismas. Nunca se declaran a sí mismos "neosocialistas", "neointervencionistas" o "neoliberticidas", como en alguna ocasión ha advertido C. Rodríguez Braun en su delicioso estupidiario Tontería Económica de la Semana, del que nuestra crónica de hoy se declara burda imitación. Y es que los místicos viven fuera del tiempo. No son ni nuevos, ni viejos; simplemente, eternos.

Es posible que el próximo Gobierno caiga en la tentación de poner la cartera de Economía y Hacienda en manos de este eremita. Dios nos libre.


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