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EDITORIAL

Zapatero se sube al monte para despeñarse

Si de algo han servido las intervenciones de los representantes del Grupo Mixto es para que Aznar confirme la espléndida forma de la que ya hizo gala frente a Zapatero en la primera jornada del Debate sobre el Estado de la Nación. Las intervenciones de los representantes del Bloque Nacionalista Galego, Eusko Alkartasuna, Esquerra Republicana, Iniciativa per Cataluña o Chunta Aragonesista también han evidenciado la similitud de los discursos de estos grupos radicales y el que protagonizó el día anterior el secretario general y —todavía— aspirante del PSOE a la Presidencia del Gobierno.

Aznar pudo de nuevo brillantemente —no sólo con retórica, sino también con datos— ir desmontando y refutando uno a uno los exabruptos y apocalípticos reproches a la totalidad que le lanzaban —al igual que Zapatero el día anterior— los exaltados representantes del Grupo Mixto. A la disparatada radicalidad de estos últimos ya estábamos acostumbrados, pero oírla a tan sólo 24 horas de la intervención de Zapatero ha servido para poner aún más de relieve su similitud con la huída hacia adelante por la que Zapatero ha optado ante la evidente falta de regeneración ideológica y de cohesión interna que padece su partido. Su intervención ha servido, en este sentido, para evidenciar que esa suicida estrategia no sólo se reduce al caso del culebrón madrileño, sino a casi todos los asuntos tratados en el Congreso de los Diputados.

Al menos, se podía esperar que Zapatero hubiera dejado algo de margen de diferenciación a los nacionalistas respecto a los pulsos que estos echan al Estado de Derecho y a la Constitución. Sin embargo, el todavía candidato socialista ha optado también en este asunto por echarse al monte: Si el lunes Zapatero anunciaba a Aznar —con la típica chulería felipista— que no sólo no iba a expulsar a sus ediles navarros sino que iba a levantarles el expediente, pese a su fragrante violación del Pacto por las Libertades, ayer el Partido Socialista se negaba a votar junto al PP en contra de una resolución que respaldaba el desacato del parlamento vasco al Tribunal Supremo.

Se dirá que esta “abstención” del PSOE en el Congreso contrasta con el aún más intolerable voto positivo con el que el PSC respaldó recientemente esta misma resolución nacionalista en el Parlamento autonómico catalán. Sin embargo, por mucho que esta disparidad ponga en evidencia la falta de coherencia de este partido, lo más relevante es la flagrante violación al Pacto por las Libertades que ambas actitudes reflejan. Es sencillamente intolerable que el PP aún arrope con el digno manto del Pacto por las Libertades a un partido socialista cuya dirección, por no votar con el PP, es capaz de abstenerse ante una resolución que trata de dar legitimidad al golpe institucional vasco contra el Estado de Derecho.

Si algo hay que reprochar a Aznar en su, en términos generales, espléndido enfrentamiento dialéctico contra Zapatero, fue la forma apocada con la que el presidente de Gobierno respondió a la chulería de Zapatero de levantar el expediente a sus ediles navarros: “No, si yo ni entro ni salgo. Solo digo que si ahora les levanta el expediente, ¿por qué se los abrió en su momento?”, balbuceó un sorprendido presidente en forma de pregunta.

No por puntual deja de ser grave esta timorata respuesta de Aznar a la felipesca chulería de Zapatero. Tal vez, si el presidente le hubiera respondido a Zapatero advirtiendole que levantar el expediente supondría la inmediata ruptura del Pacto por las Libertades, hoy el Partido Socialista se lo hubiera pensado dos veces antes de dar una nueva vuelta de rosca “absteniéndose” en el pulso de los nacionalistas al Tribunal Supremo. Y es que es mucho más fácil poner los cuernos —valga la expresión— cuando se sabe que el cónyuge es consentidor...

No faltarán los de siempre que llamen a la “cautela” al Gobierno para que consienta y mire para otra parte en un momento en que el Pacto es tan “necesario” para hacer frente al desafío nacionalista. Eso, a pesar de la enésima evidencia de lo poco que sirve tal y como lo entienden los socialistas. Lo que garantiza la fortaleza de la política contra el secesionismo nacionalista —debería ya estar claro a estas alturas— no es Pacto alguno —menos aún los que no se cumplen— sino el respaldo electoral de la inmensa mayoría de los ciudadanos a esa política de firmeza.

Si el Pacto por las Libertades sólo sirve para impedir al PP hacer públicos y airear los incumplimientos al mismo del PSOE, se logrará algo peor que hacerlo estéril. Se cerrará la posibilidad de apoyarse en las urnas. Y son estas las únicas que pueden despeñar a los suicidas que se suben al monte de la radicalidad y de la irresponsabilidad.


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