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Ignacio Villa

La sucesión: ¿En el PP o en el PSOE?

El transcurso de las horas va despejando algunas claves que habían pasado desapercibidas, en un primer momento, en el Debate sobre el Estado de la Nación. Ahora, después del claro éxito de Aznar, se hace evidente que ese triunfo formaba parte de la estrategia diseñada por el propio presidente, con la vista puesta en la sucesión. Aznar, tras ganar a Zapatero, tiene el proceso de sucesión más simplificado. Dicho de otra forma, en el Partido Popular se respira con tranquilidad al percibir que el adversario se encuentra muy debilitado. El PP se ha encontrado con la situación ideal para vivir el momento más complicado de su historia reciente desde el Congreso de Sevilla.

Aznar sale del debate con un Zapatero que, le guste o no le guste, se va a tener que ocupar de lleno a sus problemas. El secretario general del PSOE no puede dedicar más tiempo en seguir pintando, sin más, una España de negro. Zapatero deberá, si aspira a continuar donde está, poner orden en su casa y articular un verdadero programa electoral con el que sea capaz de cautivar a una mayoría amplia de ciudadanos. El líder socialista, desde luego, va a estar muy ocupado en los próximos meses en sus historias internas por lo que el Partido Popular previsiblemente tendrá vía libre para pilotar con tranquilidad el proceso sucesorio.

Es más, la debilidad interna de Zapatero propicia de antemano un buen aterrizaje del sucesor de Aznar. El peor escenario para los populares en el momento del cambio habría sido tener a un Partido Socialista, pletórico de fuerzas y ganas, con un líder robusto y creíble. El PP, en cambio, se ha encontrado con un Partido Socialista en plena crisis interna y con el síntoma político más preocupante: un liderazgo puesto en duda. Ciertamente, Aznar ha conseguido dejar al sucesor la mejor herencia: una oposición enredada y entretenida en sus problemas internos.

Al final, la política tiene estas paradojas: el PP se presentaba ante un otoño crucial con la sucesión como una asignatura pendiente y decisiva. Pero el "paseo" de Aznar en el Debate sobre el Estado de la Nación ha cambiado las tornas. El presidente del Gobierno ha conseguido, que en estos momentos, la sucesión se haya convertido en un proceso difícil pero sin la presión socialista, mientras que donde comienzan a sonar los tambores de cambio traumático es en la calle Ferraz. Hasta hace unos días al hablar de sucesión todos mirábamos hacia las filas populares como el gran "papelón" pendiente. En cambio ahora es en el PSOE donde se deben tentar la ropa. Son los socialistas los que huelen a sucesión, pero a sucesión estrepitosa y chapucera. Y Zapatero lo sabe de sobra.

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