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Ignacio Villa

El Tour debe quedarse sin premio

La impresentable decisión de la organización de Tour de Francia de firmar un acuerdo con Batasuna para promocionar el euskera, durante una etapa de la vuelta francesa, debe de provocar una decisión inmediata desde distintas esferas de la vida española. No es admisible que el director general del Tour, Jean-Marie Leblanc, ceda a la presión de los terroristas y que aquí no pase nada.

Una pregunta es suficiente para que esas decisiones se tomen de inmediato. ¿Se figuran el próximo mes de noviembre, en el Teatro Campoamor de Oviedo, al Príncipe Felipe entregando a Leblanc el premio "Principe de Asturias" del deporte? Pues sinceramente, prefiero no imaginármelo y no pensar en una imagen que no debería producirse: El Príncipe Felipe premiando a alguien que ha llegado a un acuerdo con los terroristas, con el partido político que sustenta a la banda terrorista ETA. Es evidente que esa fotografía no debe de existir, por lo que se hace urgente que la organización de los premios "Principe de Asturias" retire de forma inmediata el premio al Tour de Francia en su centenario. Sería lamentable que por unas falsas componendas, que nadie entendería, ese premio se concediera dejando manchado el nombre del Príncipe Felipe ¿Se figuran a un Teatro Campoamor lleno hasta la bandera y protestando por una concesión de la que el Tour, es evidente, no es merecedora?

Además, el Gobierno español debe tomar cartas en el asunto. Desde el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte se debería realizar no sólo una protesta formal, sino una exigencia para que ese acuerdo con los terroristas de Batasuna se rompa de cuajo. El secretario de Estado para el Deporte, Juan Antonio Gómez Angulo, tiene una ocasión de oro para intentar demostrar una capacidad política puesta en duda por muchos y desde hace mucho. No estamos para guardar las formas, sin más. Estamos para exigir un cambio radical de la organización del Tour en algo que es capital para la convivencia democrática en España.

Por último, los directivos de los equipos españoles que tiene comprometida su participación en el Tour de Francia no pueden mostrarse indiferentes. Ellos no son políticos, en efecto, pero ha sido la organización de la vuelta francesa la que se ha metido a jugar con fuego, con un fuego que quema. Por lo tanto, estos directivos, aún a sabiendas que se juegan mucho económicamente, deberían tomar también drásticas decisiones, incluida la retirada, si Leblanc no rectifica. No hacerlo así, provocará que su propias marcas comerciales queden marcadas y manchadas por la cobardía de la organización del Tour.

La cesión de Jean-Marie Leblanc a los terroristas y a Batasuna no puede quedar, bajo ningún concepto, como una anécdota. Es una cesión grave en una cuestión altamente sensible para España, para su gobierno y para todos los ciudadanos. Y un gesto de esta cobardía no puede dejarse pasar. Si los que deben tomar medidas no lo hacen, estaremos perdiendo credibilidad en una cuestión fundamental. Y no estamos para bromas.

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