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EDITORIAL

Implicando al PP a lo “Crónicas marcianas”

El showman venezolano Boris Izaguirre popularizó en “crónicas marcianas” un entretenimiento muy insulso pero que ha creado escuela entre los programas televisivos de crónica rosa. Se trata de presentar a dos “famosos” que aparentemente no guardan relación alguna entre sí para demostrar, por el contrario, las conexiones que pueden unirles a través de las relaciones que tienen con otros personajillos interpuestos entre ambos. Las “relaciones” entre los diferentes personajes—por leves e insustanciales que sean— son presentadas con una gran fuerza vinculante, lo que permite —junto al gran número de eslabones insertados entre ambos extremos— establecer una conexión entre personas que inicialmente parecían no tener nada que ver entre sí.

Algo muy parecido está llevando a cabo el Partido Socialista en el culebrón madrileño. En lugar de asumir sus responsabilidades, en lugar de reconocer que las deserciones de Tamayo y Saez vienen del incumplimiento del pacto alcanzado por las distintas facciones de la Federación Socialista Madrileña, los socialistas tratan de presentar esa crisis como el resultado de una trama en la que el PP, junto a un grupo de constructores que militan en ese partido, compraron a los dos diputados socialistas para impedir el Gobierno de Simancas.

Tamayo y Saez constataron que las generosas concesiones de Simancas a IU les dejaba fuera del reparto de poder y vulneraban el consenso alcanzado entre las diversas facciones de la FSM. Que la vendetta que ambos perpetraron contra Simancas ha beneficiado al PP, no hay duda alguna. Que por ese beneficio, deduzcamos que la espantada ha sido instigada y financiada por el partido de Esperanza Aguirre es algo de lo que no se tiene prueba ni indicio alguno, y, por el contrario, exige enterrar acreditadísimas informaciones y testimonios que sitúan en el seno de la Federación Socialista Madrileña una serie de acuerdos tejidos por facciones con amistades peligrosas.

Los socialistas, sin embargo, se han lanzado a aplicar la técnica de Izaguirre sabiendo perfectamente que, con tiempo, pueden encontrar muchas relaciones que, previamente aderezadas, sirven como eslabones de una vinculación que contamine al PP.

Gallardón acaba de cesar de su cargo a Fernando Bastarreche porque en un primer momento el hasta ahora director del organismo autonómico “Madrid excelente” no informó de que fue él quien pidió al constructor Vázquez el favor de que le reservara una suite nupcial de un hotel del que Vázquez es accionista. La habitación era para la noche de bodas de la edil popular Paloma Garcia Romero, quien se casaba con José Esteban Verdes quien, a su vez, es amigo y asesor jurídico de Tamayo.

Aunque demos por seguro que lo que Paloma García Romero pretendía con esa intermediación a través de esas influyentes intermediaciones fuera ahorrarse el pago de la carísima habitación del Hotel Santo Mauro, ¿qué demuestra eso?. El trigo de Bastarreche y de García Romero ciertamente puede que no sea limpio, pero desde luego eso no significa que sirva para el molino de los socialistas. Por reprobable que fuera que García Romero se hubiera valido de su cargo y del director de “Madrid Excelente” para ver si hacía realidad su “ilusión” de pasar su noche de bodas en el Hotel Santo Mauro a coste cero, ¿qué valor demostrativo tiene todo este turbio asunto para constatar que el PP se ha confabulado en una operación delictiva que tiene por objetivo impedir que Simancas gobierne? Los socialistas hablan de las reservas de hoteles como si de pruebas del delito de cohecho se trataran...

El hecho, sin embargo, es que Gallardón no ha querido correr riesgos y ha cortado por lo sano destituyendo a Bastarreche de su cargo como director gerente de “Madrid Excelente”. Lo mejor sería que el presidente en funciones de Madrid cerrara ese organismo por él creado y que se supone que acredita oficialmente la calidad de las empresas. Lo único que en realidad provoca este engendro público es algo tan poco “excelente” como que muchos empresarios se presten gustosos a hacer todo tipo de favores a los responsables de la oficina, aunque sean dádivas tan nimias —aunque no tanto, tratándose del Santo Mauro— como la reserva o el pago de la habitación de un hotel.

Con todo, si Gallardón se cree que lo que se va a cortar con el cese de Bastarreche es la cadena de imputaciones del PSOE, va listo. Con esa destitución no sólo no corta eslabón alguno, sino que lo que va a lograr es dar apariencia de fortaleza a todos ellos.

Los tribunales ya han desestimado la implicaciones contaminadoras a lo “crónicas marcianas” del PSOE, pero Gallardón ha dado a los socialistas una posibilidad de juego en los medios de comunicación que ya quisiera para él el mismísimo Boris Izaguirre...Si no, al tiempo.

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