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Gary S. Becker

Reformas de libre mercado

Estados Unidos y Gran Bretaña tienen la oportunidad de acabar con décadas de estancamiento económico en Irak, estableciendo pautas económicas antes de entregar el control a un gobierno electo. La tarea no será fácil porque ninguna nación musulmana del Oriente Medio ha logrado un desarrollo económico sostenido.

Muchos atribuyen esa falta de éxito económico a la influencia islámica, pero tal excusa ignora el hecho de que el Islam tradicional es más favorable a la empresa privada y a la economía de mercado que el cristianismo. Mahoma era un comerciante y el Corán enseña a respetar la propiedad privada, los contratos y el comercio. Los países musulmanes fueron, desde el IX y durante siglos, líderes en el comercio mundial. El Islam prohíbe los intereses, pero durante varios siglos los prestamistas se las han ingeniado para, mediante la financiación por venta de participación y combinando préstamos con otros servicios y bienes, disfrazar el pago de intereses como pagos por esos servicios.

El principal obstáculo al desarrollo económico moderno en Oriente Medio han sido las pésimas políticas, a menudo inspiradas en Carlos Marx y otros intelectuales occidentales. Las empresas estatales y las regulaciones todavía dominan las economías de Egipto, Irán (tanto bajo el sha como bajo los teólogos islámicos), Irak, Arabia Saudita y Siria. Las industrias importantes, incluyendo la producción y refino petroleros, son controladas directamente por los gobiernos o por monopolios privados que dependen del estado.

Se presenta la oportunidad de ofrecer un ejemplo a las naciones musulmanas promoviendo la prosperidad de los oprimidos a través de políticas de libre mercado. Un objetivo inmediato debe ser el establecimiento de derechos de propiedad, leyes contractuales y formas tradicionales islámicas de resolver disputas. Unas reglas comerciales compatibles con la religión musulmana pueden ser instituciones perfectamente adecuadas para promover el crecimiento económico.

Restaurar el suministro eléctrico, la recogida de basuras y el resto de servicios públicos debe conducir a que vuelvan a abrir los pequeños negocios de venta al por menor.Además, se debe proceder a fomentar nuevas empresas agrícolas, manufactureras y de servicios que compitan con las empresas estatales que han dominado la producción.

Tales empresas estatales son un obstáculo para las reformas porque son corruptas y beneficiaban a los compinches del partido gobernante. Se habla de un amplio programa de privatización, pero la experiencia de las naciones ex comunistas demuestran que no es necesario. Por ejemplo, China y Polonia muestran un robusto crecimiento aunque han ido privatizando lentamente sus empresas políticamente poderosas. Esos países fomentan la fundación de nuevas industrias y permiten que tanto las firmas nacionales como las importaciones compitan con las ineficientes empresas estatales. Privatizar las empresas estatales iraquíes es mucho menos importante que ayudar a restaurar la tradicionalmente floreciente cultura empresarial de Irak, para que vuelva a alcanzar su prominencia anterior en manufactura y los servicios.

Una ventaja importante que presenta dejar la mayoría de las privatizaciones a un nuevo gobierno iraquí es evitar acusaciones por haber repartido la riqueza entre empresas locales y extranjeras de amigos. Pero sí se puede establecer un programa de privatizaciones para el futuro, basado en la experiencia de otras naciones.

Claro que es de vital importancia acelerar la producción petrolera, ya que esos ingresos serán el principal componente del PIB de Irak. Pero no sería conveniente depender sólo de ingresos petroleros, dada la experiencia de naciones como Irán, Venezuela y Arabia Saudita que han despilfarrado esos ingresos en corrupción, gastos militares y obras grandiosas.

La industria petrolera iraquí sería mucho más eficiente en manos privadas. Pero inclusive un gobierno democráticamente electo quizás no podría enfrentar de inmediato las emociones nacionalistas que prevalecen en el Medio Oriente. El gobierno podrá quizás transferir las actividades petroleras complementarias como el mantenimiento, el refino, la exploración y transporte mediante licitaciones abiertas.

Las naciones musulmanas de Oriente Medio no están condenadas a la pobreza ni a odiar a Estados Unidos, Israel y Europa. Unas reformas apropiadas, con el objetivo de lograr una economía abierta y competitiva, lograrán el crecimiento de Irak sin mancillar las enseñanzas musulmanas fundamentales.

© AIPE

Gary S. Becker, premio Nobel en 1992, es profesor de economía de la Universidad de Chicago.

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