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Guillermo Rodríguez

¡Todos a la cárcel!

Es muy posible que me denuncien. Mi delito: sí, lo reconozco, bajarme canciones de Internet, algún programa, e incluso una película (ya saben, para comprobar lo incómodo que es verla en una pantalla diminuta y percatarme de hasta qué punto necesito un ordenador más rápido).

Esos son mis delitos. Mi posible condena: hasta cuatro años de cárcel. Ya me veo al lado de ladrones, asesinos y violadores compartiendo celda. “¿Y tú que has hecho?”, me preguntarán. “Descargar de Internet veinte canciones, una película y el Windows XP sin pagar un céntimo”, responderé no sin vergüenza. Lo normal es que mi compañeros piensen que estoy bromeando.

Pero no será así. Al menos si me fío de “las principales empresas de software españolas”, que se han liado la toga a la cabeza para denunciar a los usuarios de las redes P2P (peer to peer, redes de pares). Es decir, según sus benévolos cálculos, cerca de 95.000 españoles. Es decir, el uno por ciento de los internautas del país. Es decir, una barbaridad.

La demanda ha sido presentada a través del despacho de abogados Landwell-PwC por 32 empresas de software y cuatro asociaciones que, sostienen, han dejado de ganar dinero por culpa de la piratería. Visto que el acoso a los programas que permiten el intercambio de obras protegidas con los derechos de autor es más complejo de lo que pensaban, apuntan hacia la parte más débil de la cadena: los usuarios. En principio, las denuncias irán dirigidas a los que compartan más ficheros, aunque no descartan hacerlas extensibles a cualquiera que consiga una canción gratis. Los denunciantes han decidido no desvelar su identidad, previendo un boicot importante. Parecen no haberse dado cuenta de que, cuando metan a juicio al primer pirata, su identidad será conocida por todos. Y ya se sabe que la venganza se sirve en plato frío.

Después de seguir con atención durante los últimos tres años la evolución de la música on line, uno cree estar de vuelta de este tipo de noticias. Parece, una vez más, que se trata de meter el miedo en el cuerpo a todos los que alguna vez han descargado un contenido protegido de la Red. Que son muchísimos más de los que lo reconocen en voz alta. En mi caso, conozco a cientos de internautas. Todos, sin excepción, se han bajado un archivo gratuito de Internet. Todos, sin excepción, pueden acabar siendo demandados. Mucho trabajo y un coste demasiado elevado para tan poco beneficio.

Sobre todo teniendo en cuenta que esta estrategia no es nueva. La ínclita RIAA estadounidense lanzó la misma advertencia hace un mes, y por el momento ningún pirata ha acabado entre rejas. ¿Y eso? Fácil de responder: tendría que llevar a juicio a medio Estados Unidos. Asustar es la clave.

Lo más lamentable del tema es, una vez más, que las discográficas, las empresas de software, los estudios de cine y demás afectados siguen empeñados en utilizar la mano dura en vez de apostar por la mejora de sus productos. Mientras ellos presentan denuncias, los programas que permiten el intercambio de archivos gratuitos trabajan en su perfeccionamiento. Así, las nuevas versiones de Kazaa Lite o Morpheus impiden que se conozca la identidad del usuario que llena su disco duro de programas, canciones o películas.

La demanda deja algunas dudas sin respuesta. Por ejemplo, ¿es ilegal utilizar Soulseek o Kazaa? ¿Sí? ¿Qué Tribunal de Justicia español se ha pronunciado al respecto? De acuerdo, muchos dirán que ninguno, pero sí lo han hecho fuera de nuestra fronteras. Perfecto, pero si la prohibición se extiende hasta aquí los piratas migrarán a Morpheus, cuya legalidad fue decretada hace unos meses por un Tribunal de Estados Unidos. O sea, que nos quedamos como estábamos. Cambian los medios, pero no los fines.

Por si acaso, nos vemos en la cárcel. Aunque ahora que lo pienso... ¿cabremos todos?

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