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Víctor Cheretski

Misiles para ayatolas

El líder espiritual de Irán, ayatolá Jamenei, intervino en la ceremonia de entrega de tres nuevos misiles “Shahab-3” al cuerpo de los Guardias de la Revolución Islámica. En sus discursos anteriores Jamenei hablaba de estos mismos misiles, en fase de construcción, como de armas exclusivamente defensivas. Al parecer, las cosas han cambiado y el ayatolá dijo que los “Shahab-3” podrían ayudar a los “hermanos” libaneses y palestinos a “encontrar la respuesta al desafío del tiempo”. ¿Quiere decir que los nuevos artefactos serán utilizados en apoyo a los terroristas del Hizbolá libanés y la Jihad Hislámica palestina, partocinados por el régimen iraní?

Mientras tanto, el radio de acción del nuevo misil es de 1.300 kilómetros, o sea, puede alcanzar el territorio de Israel y las bases estadounidenses en el Golfo Pérsico. Y no es todo. Los expertos, tanto rusos como estadounidenses, avisan que no es nada difícil convertir los “Shahab” en misiles de largo alcance. Son capaces también de llevar hasta 1.000 kilos de carga explosiva, incluso nuclear, y se instalan en camiones, lo que hace practicamente imposible su localización.

En su intervención, Jamenei elogió asimismo al “gran amigo del norte” (Rusia) por su aporte a la defensa de la República Islámica, especialmente venta de aviones y de helicópteros. A pesar de que el líder espiritual no dijo directamente que la tecnología de los nuevos misiles procedía de Rusia, el Kremlin se apresuró a reiterar que no tenía nada que ver con el programa balístico iraní. Según el periódico digital Strana, próximo al gobierno, se trata de tecnología norcoreana aunque, eso sí, creada a base de los viejos “Scud” soviéticos que los norcoreanos consiguieron modernizar gracias a la ayuda técnica china y la financiera iraní. Total “Shahab-3” es “No Dong-2” norcoreano, según el Institute for Defense & Disarmament Studies (EE.UU). Por cierto, Strana no descarta que en Irán puedan trabajar, de forma privada, ciertos científicos rusos, especializados en misiles.



El párroco de la Iglesia Ortodoxa rusa en Madrid, padre Arseny, acaba de escribir un artículo para la prensa local editada en su idioma. Expone su versión del futuro de Europa y de Rusia, amenazadas, según él, por la religión y la cultura ajenas. Este monje, doctor en teología y uno de los religiosos más brillantes de Rusia, critica la falta de fe cristiana, el consumismo y el oportunismo tanto de los rusos como de los europeos ante la amenaza del integrismo islámico.

El duro comentario futurista termina con una escena kafkiana cuando en un bar español entra una joven “shahida” (mujer-kamikaze) rusa, convertida al Islam igual que todos sus compatriotas. Vocifera “¡Allá u akbar!” e “invita” a los presentes a compartir con ella la fé del profeta amenazando con los explosivos adosados a su cuerpo. El jamón caye de las bocas de los españoles –no, no es una chica de alterne– y se pelean en la cola para hacerse cuanto antes la circuncisión.

Un “stárets”, viejo monje-guerrero, huido de Siberia islamizada, recupera de la chatarra la espada del Cid Campeador y empieza la reconquista ayudado por un monaguillo español…


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