Menú
Ignacio Villa

De la trama al espionaje

Lo que pudo quedarse en una historia triste pero perecedera, se ha convertido ya de forma inequívoca en la tumba política de Rafael Simancas. Dos meses después de la crisis de la Asamblea de Madrid provocada por los diputados Tamayo y Sáez, el Partido Socialista se encuentra en una encrucijada en la que ellos mismos han entrado y que cada vez tiene una más difícil salida. A dos meses vista de aquella fatídica tarde de junio en la que comparecieron ante los medios Rodríguez Zapatero y Rafael Simancas, por separado, todo se complica, cada vez más, para los socialistas y especialmente para su responsable madrileño.

Sesenta días después de aquella patética respuesta de la dirección socialista a un problema de luchas intestinas y de equilibrios de poder, nadie entiende la estrategia de la trama inmobiliaria, de encender el ventilador y de huir hacia ninguna parte buscando una solución que no existe. Dos meses después, nadie puede explicar una estrategia que sólo ha dejado problemas en la calle Ferraz; nadie encuentra sentido a lo que han hecho, a no ser que esta desafortunada fórmula para parar el golpe sólo tenga el objetivo de esconder muchos y variados escándalos internos de la Federación Socialista Madrileña.

Con la perspectiva que ofrece el paso del tiempo y con el desastroso resultado político que está dejando al PSOE a un nivel que recuerda al partido de Felipe González en su peores tiempos, entre los propio militantes socialistas comienza a surgir una cuestión: ¿qué habrá que ocultar para que se hayan cometido tantos errores? Y es que incluso desde dentro del Partido Socialista se entiende poco la actitud de la dirección en una historia en la que hubiera sido mucho más rentable reconocer en el primer momento el error cometido, pedir perdón y aceptar que el único camino viable era la repetición de las elecciones en la Comunidad de Madrid.

Esa reacción, que habría devuelto al PSOE un amplio grado de credibilidad ante los ciudadanos y que hubiera provocado una cierta comprensión, nada tuvo que ver con la realidad: en el PSOE, llevados por una ceguera de principiantes, se han metido en un callejón sin salida. La situación política interna tiene que ser bastante delicada para que Rafael Simancas, inquieto y nervioso, responda ahora a Esperanza Aguirre con una virulencia inaudita. La portavoz del PP en la Asamblea de Madrid ha puesto el dedo en la llaga cuando, en una entrevista, dice que ahora la cuestión está en saber si el PSOE ha hecho espionaje telefónico.

A Simancas le ha faltado tiempo para revolverse y decir que esa acusación no tiene sentido; pero, al mismo tiempo, haciendo gala de nuevo de su torpeza política, reconoce sin tapujos que ha sido el Partido Socialista quien filtró el listado de llamadas de Tamayo a la Cadena SER. Simancas se vuelve a meter en otro jardín y, además de su ya conocida ineptitud política al acusar sin pruebas, ahora abre la puerta al espionaje telefónico: un ejemplo más de "manual" de lo que no se debe hacer en política. A este paso, Rafael Simancas no va a llegar como cabeza de cartel de las nuevas elecciones gracias a sus permanentes demostraciones de solidez.

Por cierto, todavía los ciudadanos españoles siguen esperando aquella larga lista de pruebas que el secretario general del PSOE, José Luis Rodríguez Zapatero, anunció a bombo y platillo desde la tribuna de oradores en el Debate sobre el Estado de la Nación, en las que se iba a dejar a la luz pública las miserias y las corrupciones del Partido Popular. Dos meses después no hay pruebas sobre la trama del PP y cada vez hay más evidencias sobre actividades presuntamente delictivas llevadas a cabo por el PSOE.

¡Que cosas tiene la vida!

En España

    0
    comentarios