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Guillermo Rodríguez

Europa no pasa los abusos de Microsoft

Ciertas noticias llevan aparejadas la frase “¡pues vaya novedad!” cuando se leen. Que Microsoft haya ejercido durante años “prácticas abusivas” es una de ellas. Menuda novedad...

Después de tres años de investigación, la Comunidad Europea ha recabado “pruebas” que constatan la posición de monopolio ejercida por Microsoft en su sector. Fundamentalmente en dos campos: el de los servidores de gama baja y el de los reproductores multimedia, dominado por su Windows Media Player. El primer caso es especialmente preocupante, ya que los servidores de gama baja son, casualmente, los que proveen de servicio a las redes corporativas.

La CE no se ha conformado con la mera denuncia. También propone parches para que Microsoft los aplique. Así, insta a la empresa de Bill Gates a que haga todo lo posible para que los servidores de la competencia sean compatibles con los que funcionan con Windows con el fin de que puedan “dialogar” entre sí.

Para erradicar la exclusividad del reproductor multimedia Windows Media Player en el sistema operativo Windows, la CE encuentra dos soluciones: o bien separar el Media Player de Windows (lo que implicaría lanzar una versión especial del sistema operativo en Europa), o bien incluir en Windows otros reproductores de la competencia.

Es decir, lo que Europa le pide a Microsoft es que permita a los usuarios escoger entre diferentes opciones. Si la compañía no rectifica su comportamiento se arriesga a abonar una multa que puede alcanzar los 3.200 millones de dólares. Mucho dinero, incluso para Microsoft.

Obviamente, la primera empresa de software del mundo ha reaccionado como un chico bueno: ha tomado nota y asegura que reaccionará como le exigen.

El caso es muy similar al que dirimió en Estados Unidos y que concluyó con un extraño acuerdo entre la compañía y el Gobierno. En este caso, Microsoft tuvo que comprometerse a que integraría en Windows los navegadores de la competencia. Poca cosa cuando, a día de hoy, el 90% de los internautas se suben a la barca del Explorer para navegar. El daño ya está hecho y tiene poco margen de reparación.

Pero ese no es el principal problema. Hay uno de mayor calado: el incumplimiento de las promesas de Microsoft. En 2001, el departamento de Justicia de Estados Unidos y Microsoft llegaron a un acuerdo extrajudicial por el que la empresa de software se comprometía a ofrecer a la competencia información para que pudiera crear productos compatibles con su sistema operativo. Los rivales de Microsoft todavía están a la espera de que le llegue dicha información.

Se lleve o no a efecto la multa, rectifique o no la compañía de Bill Gates, la decisión de la Comunidad Europea es plausible. Al menos ha metido el miedo en el cuerpo a una empresa que ha hecho lo que le ha venido en gana durante muchos, demasiados años.

Nunca es tarde. Ni siquiera para dar un toque de atención.


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