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El famoso escritor Juan José Millás, en un artículo deplorable, perpetró también algún disparate económico.

A ello me referiré seguidamente, pero merece la pena dedicar antes un párrafo a la ofuscación que representa hablar de Alí como “el niño iraquí al que no tuvimos más remedio que arrancar las cuatro extremidades durante la primera etapa de la democratización de aquel país”. Es una notoria falsedad, porque la democratización no exige la mutilación de nadie. Eso se produce sólo como algo no intencionado, accidental. En cambio, el régimen de Sadam Husein, al que el progresismo vernáculo prestó magra atención, sí que exigía para funcionar el asesinato nada accidental y completamente intencionado de millones de iraquíes.

Pero el señor Millás está por encima de estas sutilezas, y pretende denunciar el uso propagandístico de Alí (como si él no lo hiciera), convertido en símbolo, y añade: “en el mercado de los símbolos, como en el de los bienes de consumo, la oferta nunca debe ser superior a la demanda”. Esto es un disparate. En efecto, si en el mercado de bienes de consumo la demanda siempre fuera superior a la oferta, entonces dichos bienes sólo habrían podido encarecerse históricamente. Sabemos que no ha sido así. Un buen motivo al que Millás podría dirigir su inteligencia es que si los precios suben absolutamente, ello es debido no al mercado sino a una visible intervención en el mismo: el dinero, del que depende el nivel general de precios, es un monopolio público; y si los precios de algunos bienes suben relativamente, ello no sólo es debido a escaseces naturales sino a las provocadas artificialmente por la acción de las autoridades, como sucede con el suelo y la vivienda y muchos otros mercados intervenidos por las administraciones públicas.

En otro artículo, a don Juan José le parece escandaloso que un empleado de Coca Cola fuera despedido por beber Pepsi. No se pregunta el preclaro literato cuánto duraría él en El País si dijera, por ejemplo, que no está satisfecho con él, que no lo lee, y que le parece más solvente e interesante el ABC.

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