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Ignacio Villa

Aznar se sale con la suya

Cuando enfilamos ya la recta final de este caluroso mes de agosto, habrá que reconocer algo que no hace muchas semanas parecía imposible por tratarse de una cuestión de tanta importante, tan complicada y que afecta al futuro de tantas personas. Cuando faltan poco más de diez días para que terminen las vacaciones políticas, el presidente Aznar se ha salido con la suya. Habrá que aceptar que, a día de hoy, nadie sabe nada sobre quién será el sucesor. El secreto mejor guardado es el nombre del elegido para ser cabeza de cartel en las próximas elecciones del año 2004.

Opiniones este verano no han faltado. Opiniones de los propios y de los ajenos. Opiniones de los populares y de la oposición. Gustos, afinidades y debilidades por un nombre del que ahora mismo nadie, a excepción de Aznar, sabe nada. El presidente del Gobierno parece dispuesto a jugar su última gran carta política con su más puro estilo. Aznar está convencido de mantener una de sus estrategias políticas más queridas: la sorpresa. El presidente siempre se ha movido entre el misterio, el juego, el silencio, la prudencia y el golpe de mano a la hora de los nombramientos y de las crisis de Gobierno. Algunas veces le ha salido bien, en otras ocasiones ha cometido estrepitosas equivocaciones. Aunque, eso sí, siempre ha mantenido como regla de oro el factor sorpresa, parte importante de su forma de entender la política. Esta vez, con el objetivo claro de acertar, quiere guardar ese interrogante hasta el final. Cuando él lo considere oportuno hará pública su elección. Durante estas últimas semanas, todos hemos leído y escuchado preferencias y quinielas sobre la sucesión, incluso los nervios de última hora han provocado que la lista de los sucesores cerrada a los tres vicesecretarios se haya abierto a otros candidatos. Opiniones hay para todos los gustos, pero nadie ha ofrecido ninguna certeza sobre quién será el esperado elegido.

Lo único cierto es que cuando el verano agota sus últimos estertores, ya todo apunta a la cena que el presidente Aznar celebrará en Menorca el próximo lunes con militantes y simpatizantes del PP. Cena de inicio del curso político, de su último curso político en el Palacio de la Moncloa y que ha levantado una gran expectación. Nadie piensa a estas alturas que el próximo lunes Aznar haga pública su propuesta sobre la sucesión, aunque nadie duda que será entonces cuando se ponga en marcha todo el proceso sucesorio. En este sentido, conviene no olvidar que el Partido Popular tiene preparado un intenso calendario para el próximo mes de septiembre y octubre que necesita del visto bueno del presidente. Aznar, el próximo lunes en Menorca, pondrá en marcha esa maquinaria de la sucesión, marcando fechas y tiempos. Una maquinaria que, por lo que estamos viendo, tiene perfectamente engrasada y controlada. La mejor demostración de ese control es que, tal como tenía previsto, nadie sabe nada. El tiempo dirá en las urnas si esta estrategia es la más adecuada y la más eficaz. Pero desde luego las cosas están saliendo como las tenía diseñadas el propio Aznar. En esta carta final parece dispuesto a no tener margen para el error en sus propios planteamientos. Y nadie puede poner en duda que Aznar se está saliendo con la suya.


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