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Amando de Miguel

Prosodia

Por lo general estos billetes se refieren al lenguaje escrito o al lenguaje que podríamos decir público, pero más bien al significado de las palabras o expresiones. Pero mi preocupación alcanza también a la prosodia, esto es, a la capacidad de expresarse oralmente de modo correcto. Las deficiencias se notan más porque los oradores (políticos, conferenciantes, presentadores de televisión) acostumbran a leer sus textos. Si las frases son largas (como es sólito), el orador se ve obligado a hacer pausas donde no se requieren, por ejemplo entre el sujeto y el verbo. Peor es la manía de convertir en esdrújulas las palabras polisílabas que son llanas. Sufre el idioma y sobre todo sufre el auditorio. ¿No podrían aprender a leer muchos de los que tienen que hablar en público? La desgracia es que tal ejercicio ya no se practica en las escuelas, vistos los resultados. La costumbre de leer el discurso se impone, incluso, en las pruebas “orales” de las tesis doctorales o de las oposiciones a cátedra. Razón de más para que, al menos las capas ilustradas, aprendan a leer correctamente.

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