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Cristina Losada

Alistados en la resistencia

Sé que no lo harán, pero los intelectuales españoles que dicen que en Irak se libra una “guerra de independencia” contra “el terrorismo imperial invasor”, como escribe Manuel Vázquez Montalbán, ¿no deberían alistarse en unas nuevas Brigadas Internacionales para apoyar a esos patriotas iraquíes que recurren a “procedimientos brutales pero similares a los utilizados por todos los movimientos de resistencia”? Si la causa de esos iraquíes es tan noble como para que Rosa Regás los compare con una heroína de nuestra guerra contra el invasor francés como Agustina de Aragón, y si “se trata simplemente de un pueblo harto de dictaduras que no tolera la invasión de su territorio”, ¿a qué están esperando para ayudarlos?

Bien es cierto que hacen lo que pueden desde aquí, como ya lo hicieron antes de que empezara la guerra. ¿No estuvo parte de la flor y nata de la cultura española en Bagdad, cantando incluso bajo la benévola mirada de Sadam? Pues ahora su labor está en la retaguardia, apoyando a la “resistencia iraquí” desde uno de los satélites del poder invasor. Eso sí, el riesgo que corren es mínimo. Nada comparable, ni de lejos, al que corrió la Resistencia contra los nazis, que Montalbán tiene la desvergüenza de asociar a los terroristas iraquíes, que apoyan precisamente, oh, ironía, a un dictador de la escuela del Führer. Y nada comparable al que corrieron quienes en el propio Irak, bajo el padrecito Sadam, se atrevieron a oponerse a la tiranía. Tan mínimo es el riesgo, que su postura triunfa hasta en los telediarios: las bandas de Sadam no son asesinos ni terroristas, son “la resistencia”.

Poco les importa que a lo que se resisten los secuaces de Sadam y los fanáticos del Islam es a la democracia, y que traten de restablecer la dictadura filonazi del Baaz o de imponer uno de esos regímenes que lapidan a las mujeres sospechosas de adulterio o de haber ido a la peluquería. Si no les preocupaba que Sadam masacrara a su pueblo, de ahí su nulo interés por las fosas y cárceles que han ido apareciendo en Irak, ¿por qué había de importarles que vuelva a mandar? Sólo les interesa una cosa: que muerdan el polvo los Estados Unidos. Son amigos de todos los enemigos de su Imperio del Mal. Su odio a los USA, fruto del resentimiento por el triunfo del capitalismo frente al socialismo o por su superioridad en muchos ámbitos, puede más que la razón: apoyan a los más bárbaros de los bárbaros si éstos combaten a los americanos. No es nada nuevo.

En realidad, la democracia les importa un bledo. Lógico en viejos comunistas como Montalbán, para quienes la democracia fue sólo una muleta táctica. Y en todos aquellos para los que la democracia entraña el horrible peligro de que puedan triunfar los que no son “de los nuestros”. Las matanzas perpetradas por los islamistas en Irán, en Argelia, en Egipto, en Afganistán, en Israel, en Occidente, que culminaron con los atentados del 11 de septiembre contra Estados Unidos, ni son prueba de un fanatismo ideológico que se propone destruir el sistema y la civilización de los que se benefician, ni representan una amenaza. Sólo amenazan a la democracia, que es una cosa para patanes como los americanos.

Inútil advertirles de la lógica suicida de su postura. Las dictaduras han usado a intelectuales y artistas para darse lustre. Los soviéticos fueron genios de este escaparatismo para las clases ilustradas. Hasta Jomeini embaucó a parte de la intelectualidad occidental. Y claro, las cabezas que rodaron en Irán no fueron las de aquellos profesores y periodistas, sino las de pobres iraníes, incluidos los comunistas, quienes, por cierto, también fueron exterminados por Sadam. Pero si a uno de estos defensores de la “resistencia iraquí” le dices: en un régimen como el que esos quieren imponer, ni tú ni yo duraríamos un minuto con vida, te mira con desprecio. Esa guerra no va con ellos; a ellos no les pasaría nada, ellos serían los maniquíes del escaparate. Y para ir haciendo méritos, insisto, ¡que hagan el petate y se alisten en la resistencia de Sadam!

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