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Alejandro A. Tagliavini

Chávez y Kirchner se acercan

Inevitablemente el caos ideológico que caracteriza al presidente argentino Néstor Kirchner, quien se define como “capitalista nacional” a la vez que instrumenta medidas izquierdistas, lo llevará al fracaso rotundo o a una seria rectificación de rumbo. Su hasta ahora altísima popularidad, basada en anuncios efectistas a la vez que no producir ningún cambio importante de modo de no molestar a nadie, ha comenzado a caer más rápido de lo imaginable.

El gobierno argentino se vio forzado a reconocer que la economía no crece, al resultar el PIB de junio igual al de mayo, con el agravante que venimos del peor año económico de la historia argentina, donde se devaluó, se declaró la cesación de pagos y el PIB cayó 11,7%. El ministro de Economía, quien pretende llegar a un acuerdo con el FMI, institución que nos exige un superávit fiscal mayor al 3,5%, es desmentido por el presidente. Confrontamos lo peor porque el FMI pretende que se aumenten aún más los impuestos y Kirchner pretende aumentar el gasto estatal por creer religiosamente en la obra pública y desmintió nuevamente a su ministro de Economía, quien de manera más sensata reconoció que no hay dinero para obra pública.

Para Ricardo López Murphy, el principal opositor de centro derecha, lo peor es que “hay un problema de envergadura”: el vicepresidente Daniel Scioli ha contradicho fuerte y abiertamente a Kirchner, a lo que el presidente finalmente respondió exigiendo la renuncia a los funcionarios cercanos al vicepresidente y mostrando un flanco dictatorial, como todo izquierdista.

Pero el show argentino no termina en este ping pong nacional, sino que también tuvimos la visita hasta el 21 de agosto del presidente venezolano Hugo Chávez, al mismo tiempo que vino de Washington el nuevo secretario de Estado adjunto para Asuntos del Hemisferio Occidental, Roger Noriega.

Hugo Chávez lejos de encausar a Venezuela en un rumbo diferente, ha creado una crisis política sin precedentes y sumergido aún más a su país en la pobreza (60% de la población), en el desempleo (25%) y en la inseguridad. En Caracas hay más muertos cada fin de semana que en Bagdad. Chávez ha provocado la quiebra de miles de empresas, una inflación acumulada de 17,4% en lo que va del año y un creciente auge delictivo. Hoy, el 45% de los venezolanos quiere emigrar, comparado con 28% en 1997. El monto estimado de la corrupción en Venezuela en 1998-2001 fue de 75.679 millones de dólares y equivale a la totalidad de los ingresos por petróleo durante dos buenos años de exportación. De nada les han servido a los venezolanos los altos precios petroleros de los últimos años.

Chávez pretende crear una empresa petrolera latinoamericana, Petroamérica, y propuso venderle petróleo a Argentina “con dos años de gracia, 15 años de plazo, 2% de interés y un descuento del 20% en el precio del barril”, a cambio de “carne, vino, arroz, frijoles, medicamentos y servicios”. “Nosotros decimos no al ALCA; entonces, ¿cuál es el camino?”, se preguntó Chávez. “Proponemos el ALBA (Alternativa Bolivariana para América Latina y el Caribe) y estamos trabajando en eso desde el punto de vista filosófico, histórico y conceptual”, explicó el destacado intelectual Chávez. También habló de la OTAS (Organización del Tratado del Atlántico Sur), “donde los militares latinoamericanos luchen juntos por la justicia social”.

Ahora los porteños comprendemos que la clásica y popular tira cómica argentina, “el loco Chávez”, no era pura ficción.

Para Roger Noriega, su primer viaje a Buenos Aires significó “una continuación del positivo diálogo entre la Argentina y los EEUU". Por cierto que le cayeron mal las críticas del presidente venezolano al ALCA ya que vino, justamente, a promover el proyecto de integración regional.

Kirchner, haciendo gala de su populismo, durante la recepción al venezolano advirtió que “no se puede vivir condenando a nuestros pueblos a la pobreza y a la marginación” para hacer frente a una “deuda impagable”. Y cuestionó a “los que demandan mercados libres pero cierran las puertas a los productos” de países latinoamericanos. Claro que en presencia de Noriega el discurso fue otro.

© AIPE
Alejandro A. Tagliavini es miembro del Departamento de Política Económica de ESEADE (Escuela Superior de Economía y Administración de Empresas) de Buenos Aires.

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