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¿Y ahora qué?

Es muy posible que los autores del atentado contra las oficinas de la ONU en Bagdad y quienes causaron la carnicería de la mezquita de Ali el pasado viernes, no tengan nada que ver. La investigación lo dirá. Pero todo responde a una estrategia si no común, al menos compartida: por un lado, continuar hostigando a Estados Unidos, directa e indirectamente; y provocar el caos social, creando desconfianza entra las diversas facciones, minorías y tribus iraquíes, así como entre el pueblo de Irak en general y las tropas angloamericanas de ocupación.

El primer objetivo es, además, doble: atentando casi diariamente contra los soldados de la coalición, se aspira al desánimo público estadounidense, a la reavivación del síndrome de Vietnam y a una eventual retirada de la zona; destruyendo las oficinas de la ONU se quiere intimidar a aquellos países que estarían dispuestos a asumir una presencia cívico-militar en Irak bajo el mandato y el color azul de las Naciones Unidas. El segundo objetivo, el caos civil y la guerra tribal aspira a forzar una mayor presencia de soldados americanos (y, por tanto, a mayores bajas) y a una final retirada de Irak.

Pero puede que esta estrategia no se sostenga en el tiempo. Para evitar un creciente desorden, Estados Unidos y sus aliados deben reforzar el contingente, de eso caben pocas dudas, deben mejorar, particularmente, la inteligencia sobre el país y sus gentes, y, sobre todo, deben acelerar la formación de unidades militares y de policía iraquíes afines al nuevo régimen.

Es cierto que un mayor contingente de tropa puede hacer pensar en un incremento de bajas mortales en sus filas. Pero con el cambio de procedimientos adecuados, eso no tiene por qué ser así. Más bien al contrario. Es más, toda la estrategia de oposición al nuevo régimen post-Saddam, parece basarse en el mito de la aversión americana a sufrir bajas. Pero no nos equivoquemos, la opinión pública americana, como ha vuelto a señalar la última encuesta Gallup (del 28 de agosto, donde el 59% de los encuestados da su apoyo a la política de Bus hacia Irak y a la presencia americana en la zona), lo que los americanos temen no es tanto el sufrimiento de los muertos como la humillación y la derrota. Si el Presidente americano le presenta las razones y los argumentos de lo que está en juego y les presenta un cuadro que les asegure la victoria, estarán con él. Si titubea o adopta decisiones de medias tintas, se le revolverán. Por eso Bush debe enviar más tropas y ganar la guerra después de la guerra que sigue abierta en Irak.

GEES: Grupo de Estudios Estratégicos


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