Menú
EDITORIAL

Rajoy: “principios, valores y convicciones”

No hubo sorpresas en la entrevista realizada por Alfredo Urdaci, jefe de los informativos de TVE, a Mariano Rajoy. La “comparecencia” del recién nombrado candidato a la presidencia del Gobierno y secretario general del PP en la televisión pública fue una mera repetición de su discurso de “investidura” como sucesor ante la plana mayor del PP el pasado martes. Aunque, como es habitual en estos casos, la entrevista televisiva a políticos del partido del Gobierno en la cadena pública y en hora de máxima audiencia tiene como objeto no tanto servir de vehículo a alguna primicia informativa o dar a conocer al compareciente –ya suficientemente conocido–, sino más bien realzar sus virtudes y transmitir a los telespectadores una imagen de solidez, fiabilidad y cercanía a sus problemas, evitando cualquier aspecto o cuestión incómoda para el entrevistado.

En este sentido, Urdaci pasó de puntillas sobre el “dedazo” de Aznar –la cuestión más espinosa–, conformándose con la respuesta ya meditada de Rajoy: “Creo que soy un candidato legítimo y tengo el respeto de mis compañeros”, recordando que pidió una votación secreta “porque si no tuviera la conciencia clara de que el partido me apoyaba, no hubiera aceptado”. Ciertamente, la petición de la votación secreta es un detalle que honra a Rajoy y que, de paso, ha contribuido en alguna medida a dulcificar la sensación de “dedazo”. Sin embargo, Urdaci eludió señalar la circunstancia de que Rajoy fue el único candidato elegible, por designio de Aznar. Quizá en otra cadena y con otro entrevistador, Rajoy tendría que haber respondido a una pregunta más espinosa. Por ejemplo, ¿por qué, si los tres postulantes más destacados –Rajoy, Rato y Mayor– eran igualmente válidos y competentes, Aznar no propuso una terna al comité ejecutivo del PP, en lugar de un único candidato?

La respuesta de Rajoy a la pregunta de Urdaci sobre el futuro de Aznar –la otra cuestión candente–, por excesivamente inconcreta y enigmática –en su típico estilo gallego–, tiene una interpretación que quizá no había previsto el nuevo líder del PP: Aznar “ha hecho una gigantesca labor y ha sido un excelente presidente (...) la forma como ha resuelto la transición le acredita como un líder político. Hará lo que quiera”. ¿Lo que quiera? ¿No iba a presidir la FAES?

Lo más positivo de la entrevista ha sido sin duda la reafirmación de Rajoy en su intención de continuar la política seguida hasta ahora por el PP, orientada desde los principios, los valores y las convicciones. Aunque ha insistido en la cantinela centrorreformista de Aznar –ubicación política aún desconocida, fruto del eterno complejo de la derecha a confesar su identidad y pendiente de definir por la nueva FAES que presidirá Aznar–, lo cierto es que ha dejado claro que los pilares de su política serán la lucha contra el terrorismo, la defensa de la unidad y cohesión nacional y la continuación de la política económica que ha colocado a España a la cabeza del crecimiento y la creación de empleo en Europa.

Ojalá sea así, y que esos “principios, valores y convicciones” cuajen en una gestión al menos tan brillante como la de su antecesor, cuyos múltiples éxitos se han derivado siempre de la aplicación práctica de esos principios valores y convicciones, y cuyos fracasos –como el del 20-J, el de las primeras semanas del Prestige o la rendición a Polanco– han tenido origen casi invariablemente en su inobservancia o abandono.


En España

    0
    comentarios