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Amando de Miguel

Calcinar

Nada de chamuscar, arder, quemar, incendiar o abrasar. Los árboles, los prados, las casas que han pasado por un incendio, todo ha quedado “calcinado”. No hay que tomarlo literalmente, pues el monte no se ha reducido a cal. Se quiere decir que “ha ardido por completo”. Sin embargo, la descripción apocalíptica no suele ser exacta. Después de un incendio el monte se suele regenerar, aunque sea poco a poco. Pero los nuevos brotes salen con fuerza, quizá porque la ceniza es abono, por mucha desolación que produzca. El incendio no suele ser tan intenso que queme todas las raíces. Es raro que una casa incendiada arda del todo, a no ser que sea de madera, cosa que en España no se estila, o que el incendio derive en explosión. Claro que, si el incendio dejó “calcinado” el paisaje, será más fácil cobrar la indemnización correspondiente. De eso se trata. Es increíble la cantidad de personas que pueden beneficiarse con el incendio de un bosque. No hay que extrañarse de que algunos resulten intencionados. Debería ser un delito mucho más castigado de lo que está.

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