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Juan Manuel Rodríguez

Vicente no quiso ser "Del-Del-Del Bosque"

Creo que Vicente del Bosque estuvo muy poco arropado el otro día en la presentación de su biografía, aunque más vale sólo que mal acompañado. Los fieles de toda la vida, –Toni Grande, quizás Paco Jiménez– algún ex futbolista como Ángel de los Santos y García Hernández y Ramón Calderón en representación oficial del club al que perteneció Vicente a lo largo de treinta y cinco años de su vida. Calderón ha quedado en la "corte" de Florentino para lo que en el argot popular conocemos como "marrón". El de este jueves era un "marrón" en toda la extensión de la palabra y el club mandó una representación de Segunda División a un acto que para ellos tendría que haber sido de Champions League. Vicente, que aunque no lo parezca es un tipo ciertamente perspicaz e irónico, no desaprovechó la ocasión para decir que "después de ochenta días de vacaciones habían desaparecido todos los síntomas de agotamiento". Lo dijo con serenidad aunque a mí, en "El Tirachinas" de la Cadena Cope, me confesara poco antes que la procesión iba por dentro.

Que se sepa ningún futbolista del Real Madrid que coincidiera con él como entrenador asistió al acto. Es normal porque el personal quiere seguir saliendo en la foto al precio que sea. Es normal porque el futbolista suele ser un individuo egoísta y ególatra. Mientras Vicente estuvo presente aquello fue un continuo lavatorio de pies. Una vez que Queiroz hubo ocupado su vacante todos dijeron aquello de "el muerto al hoyo y el vivo al bollo". Y el único que estaba en el "bollo" era el portugués. El lavatorio de pies le corresponde ahora a él en "multipropiedad".

Sostengo que Del Bosque empezó a dejar de ser entrenador del Real Madrid aquel día que en Telemadrid Radio tuvo la ocurrencia de hablar de los "validos del presidente". Y es que a Vicente le habría hecho mucha falta echarle un vistazo a "Yo, Claudio", brillante recreación literaria de la vida del "rey leño", y que cuenta las andanzas de un hombre que se hizo el tonto de baba para acabar gobernando uno de los imperios más grandes de la historia de la humanidad. El libro empieza así: "Yo, Tiberio Claudio Druso Nerón Germánico Esto-y-lo-otro-y-lo-de-más-allá (...) conocido como Claudio El Idiota, o Ese Claudio, o Claudio El Tartamudo o Cla-Cla-Claudio..." Parece que Vicente no quiso ser "Del-Del-Del Bosque" ni aunque fuera a cambio del mismísimo paraíso terrenal. Y así le fue. ¡Si le hubiera echado aunque fuera una ojeadita rápida a Robert Graves!


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