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Rajoy, Annan y el papel de Naciones Unidas

Está claro que saber administrar los silencios, tener sentido del humor y ser un excelente gestor son méritos para acceder a la dirección de un partido político, tan claro como que no son suficientes para ocupar la Presidencia del Gobierno. Un líder tiene que saber adónde quiere ir, desde qué premisas y con qué objetivos. A menudo los responsables de campañas electorales protegen en exceso a sus candidatos para evitar riesgos innecesarios, con el peligro de presentar un ente descafeinado y anodino que a nadie interesa. Los nervios aumentan cuando el político en cuestión tiene que enfrentarse a temas que no son de su especialidad, como ocurre con la política exterior y de defensa en el caso de Mariano Rajoy.

Es posible que las declaraciones del candidato popular en Antena 3, sobre la responsabilidad de la ONU en la reconstrucción de IraK, hayan puesto nervioso a alguno de sus consejeros, pero a otros muchos nos han tranquilizado. Rajoy tiene razón y debe asumir su responsabilidad argumentando con firmeza e inteligencia.

La ONU rechazó los consejos del mando militar, que proponía establecer su sede en un lugar apartado que pudiera ser defendido con garantías. Los responsables del organismo internacional optaron por un emplazamiento céntrico y muy visible. Querían marcar distancias del dispositivo norteamericano, pero tuvieron que pagar un precio muy alto. Está claro para quien quiera entenderlo que la ONU carece de la estructura operativa necesaria para dirigir un contingente militar como el desplazado en aquel país. Los estados que lo exigen en Naciones Unidas lo saben perfectamente y sólo tratan de crear dificultades al gobierno de Washington. Pero también es evidente que la ONU puede y debe involucrarse en la reconstrucción política y económica de Irak. Retirar funcionarios supone hacer el juego a Sadam y a los restos del baasismo, que necesitan hacer fracasar el proceso político que transformará en democracia lo que durante años ha sido una finca particular gobernada mediante el miedo. La ONU no se creó para contener a Estados Unidos a costa de mantener regímenes corruptos. Si no es capaz de afrontar los problemas reales, las amenazas a la seguridad común, está echando por tierra su propio fundamento.

Rajoy ha expresado con claridad su visión del papel de Naciones Unidas en Irak y nos ha convencido un poco más del acierto de su elección. Los retos de nuestro tiempo no se resuelven rehuyéndolos y el elector sabe distinguir el compromiso de la demagogia. Los españoles han demostrado en las crisis del “chapapote” y de Irak que pueden no estar de acuerdo con su Presidente y sin embargo respaldarle si sienten que se gobierna desde la lealtad a los intereses nacionales y desde principios sólidos.


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