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Alejandro A. Tagliavini

Dubai no es un psiquiátrico

La reunión conjunta del Fondo Monetario Internacional (FMI) y del Banco Mundial (BM) en Dubai no produjo sorpresas: una cantidad impresionante de funcionarios internacionales, proveniente incluso de países como Argentina que no paga sus deudas más elementales, gastaron fortunas en lujosos viajes, hoteles, paseos y gastos extras que solventamos los ciudadanos. Y todo esto para decir las más increíbles frases que si no le da pena y las dijera usted, lo tomarían por loco.

Mientras que el ministro de economía argentino anunciaba a los acreedores privados que les devolverá menos del 25% de la deuda de 100.000 millones de dólares (cosa que ni siquiera podrá cumplir si la economía argentina continúa como va, a menos que el gobierno baje sus excesivos gastos y venda costosísimas propiedades), el BM se prepara para otorgarle nuevos prestamos de hasta 4.500 millones a un país que no paga sus deudas. Esto, según el vicepresidente para la región David de Ferranti, lo esperan tener listo en diciembre bajo el nuevo programa CAS (Country Assistant Strategy).

Después de todo, qué podemos esperar de un organismo que asegura que “sería un error concluir que los gobiernos deben bajar los brazos y dejar todo al sector privado”, según el presidente de la entidad, Fidel Castro, perdón, James Wolfensohn. Claro, porque esto significaría olvidarnos que el BM es también un organismo burocrático y estatal. “Muchos gobiernos no cumplen con sus obligaciones” de proveer servicios fundamentales, “especialmente en relación con los pobres”, subrayó. Y tiene razón, después de todo, la deuda que no paga el gobierno argentino no es dinero del FMI ni del BM y sus funcionarios internacionales, sino la de muy pequeños inversores. También recuerdo otras grandes iniciativas del BM en Brasil (entre otros muchos lugares) donde, con el fin de acabar con la pobreza, proponía terminar con los pobres, es decir, interesantes políticas de control de la natalidad, incluido el aborto, con el fin de que esta desagradable raza desapareciera.

Los países industrializados de Asia –excluyendo a Japón– crecerán este año 6,4% y 6,5% el año próximo. Por eso los analistas presentes en Dubai aseguran que la región se ha convertido lo mismo que EEUU en clave de la recuperación mundial. Se estima que China crecerá 7,5% en 2003 y lo mismo en 2004. Los tigres asiáticos crecerán 4,1% en 2003 y 4,4% en 2004, impulsados por el rebote del comercio mundial y por la recuperación de la inversión en tecnología. India aumentará 5,6% en 2003 y se acelerará al 5,9% en 2004. Turquía también crecerá 5,1%. Y todo esto hecho, precisamente, en base a un mayor sector privado y achicamiento del Estado.

Entretanto, pocas veces ha dedicado el FMI tantas alabanzas como las hechas a Lula: “el desempeño de Brasil... ha sido ejemplar”, el presidente “ha tomado excelentes medidas de reforma económica”. ¡Pero la economía brasileña entró en recesión! Y sólo crecerá 1,5%, menos que el crecimiento poblacional. Evidentemente que los comentarios son de carácter político y probablemente impulsados por Washington.

El FMI prevé que Argentina crezca este año 5,5% y 4% en 2004. Casi un tigre asiático (será por la voracidad con que come a sus víctimas). Pero, advirtió que esas cifras parten de una recesión brutal en 2002, que redujo la riqueza en más de 10%.

Respecto a las fabulosas reuniones, cumbre y conferencias que los ciudadanos tenemos que pagar a nuestros sobrios funcionarios, la de la OMC en el paradisíaco Cancún también fracasó. Según estudios, si los gobiernos unilateralmente, sin la necesidad de reuniones con grandes cenas para hablar del hambre de los pobres, destrabaran el comercio mundial, en 2004 podrían aumentar los ingresos mundiales en 520.000 millones de dólares y sacar de la pobreza a 144 millones de personas. Esto implicaría que los países ricos redujeran a 10% los aranceles a la agricultura y a 5% en las manufacturas. Además, se deberían eliminar todos los subsidios a las exportaciones agrícolas, los aranceles específicos y los derechos antidumping. Bajo esa hipótesis, los países en desarrollo obtendrían ingresos adicionales por un valor de 350.000 millones de dólares. Los países ricos también se beneficiarían con ganancias del orden de 170.000 millones de dólares. Es decir que los subsidios, cuotas y aranceles básicamente benefician a los políticos que ganan elecciones con los votos y el financiamiento proveniente de grupos protegidos y privilegiados. Esos mismos políticos son quienes nombran a los bien pagados funcionarios que desde Cancún o Dubai quieren imponernos sus trabas y seguir viviendo lujosamente a cuesta nuestra.

Alejandro A. Tagliavini es miembro del Departamento de Política Económica de ESEADE (Escuela Superior de Economía y Administración de Empresas).

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