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EDITORIAL

A Simancas todo le sale al revés

Cuando la lealtad no proviene del prestigio personal de quien la recibe ni de su capacidad de liderazgo, sino del cumplimiento de determinadas contraprestaciones, la prioridad para el líder político debe ser siempre retribuir cumplidamente, en la medida de lo posible, los servicios políticos que le han prestado aquellos cuya adhesión no es, ni muchos menos, incondicional . En cambio, Simancas cometió el error de comportarse como un monarca absoluto antes incluso de ser “coronado”, y creyó que podía ningunear a los “cortesanos” incómodos para repartirse el poder con sus allegados y con sus socios de Izquierda Unida... Y ese error se lo hicieron pagar Tamayo y Sáez.

El tiempo ha acabado dando la razón a quienes sosteníamos que la famosa “trama inmobiliaria” no era más que una patraña urdida a la desesperada por Blanco y Simancas para intentar retener lo que ya habían perdido por pura avaricia y torpeza, y de paso, para introducir sospechas sobre la integridad del PP de cara a las nuevas elecciones. El candidato del PSOE no supo capear el temporal que provocaron Tamayo y Sáez. En lugar de tomar nota de la señal de alarma y de intentar atraerse de nuevo a los dos diputados disidentes, prefirió demonizarlos en un arrebato de ira fomentado por Ruth Porta. Y así, él mismo dinamitó los puentes que aún podían llevarle a la presidencia de la Comunidad de Madrid. Ni qué decir tiene que el tiro le salió por la culata. En lugar de probarse la “trama inmobiliaria del PP”, salió a la luz otra trama de intereses inmobiliarios –Agecovi y las 50.000 viviendas– y de luchas cainitas por el poder recalificador municipal en el seno de la FSM, cuyos principales protagonistas son su mano derecha, Ruth Porta, así como el marido de ésta, Enrique Benedicto Mamblona. En cambio, la reputación del PP, salvo por el “desliz” de Romero de Tejada, ha salido del trance prácticamente incólume, aun a pesar de la feroz campaña mediática desatada en apoyo de la “trama”.

Y, como colofón a un rosario de errores, de insidias y de despropósitos, Ramón Espinar, mentor político de Simancas y hasta ahora vicepresidente de Caja Madrid, ha quedado fuera del Consejo de Administración de la entidad, cuya presidencia seguirá ocupando Miguel Blesa. La operación de Simancas para aglutinar a todas las fuerzas de izquierda en Caja Madrid con el objeto de impedir la reelección de Blesa y de expulsar a Romero de Tejada del Consejo ha sido también un rotundo fracaso. De nuevo, Simancas quiso actuar como “monarca absoluto” sin títulos para ello, pretendiendo lograr sus objetivos a costa de la representación municipal de IU en la entidad, que acabó votando a la lista del PP, la cual recibió incluso uno de los votos de CCOO.

En suma, Simancas ha fracasado estrepitosamente en todo lo que ha emprendido, incluida su operación de imagen como padre pobre con un único piso en Fuenlabrada y desconsolado por la videoconsola rota de su hijo... que en realidad posee al menos dos chalés. Para colmo de males, las encuestas dan la mayoría absoluta tanto en las Generales como en las autonómicas de Madrid al PP. Y ante tanta desgracia, al candidato socialista no se le ha ocurrido pedir perdón por sus desmanes o moderar su discurso. Antes al contrario, ha recurrido a la más rancia y chabacana demagogia guerrista para seguir insistiendo en la “trama del PP” y en el “ruido de cheques”, como si los ciudadanos no supieran que la trama que hay que investigar es la de la FSM. Y tampoco parece que insultar a los votantes del PP afirmando que es el partido de los “cabezas rapadas”, de Tejero y de Blas Piñar sea la forma más adecuada para reducir distancias con sus rivales políticos.

Da la sensación de que el único programa de Simancas es llegar al poder como sea, y de que, en su ansiedad y desesperación, prefiere insultar y descalificar en lugar de explicar su programa –si es que lo tiene– a los electores. El candidato del PSOE parece haber olvidado que ya no estamos en 1982. Si todo lo que tiene que ofrecer Simancas a los habitantes de la comunidad más próspera de España es una casposa demagogia de hace veinte años, lo más probable es que las urnas le brinden otro fracaso. El definitivo.


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