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Con la excusa de que resulta mucho más higiénico, rápido y barato echar sólo a uno que poner de patitas en la calle a veinticinco, los clubes de fútbol han ido convirtiendo poco a poco al entrenador en una figura de quita y pon. A nadie, salvo lógicamente al propio interesado, le ha llamado excesivamente la atención la destitución de Jaime Pacheco como entrenador del Mallorca cuando sólo hemos llegado a la quinta jornada de Liga. El portugués no hacía más que negar con la cabeza repitiendo eso de "no comprendo nada, no comprendo nada". Dicen que no conocía la Liga... ¿Cómo puñetas quieran que la conozca si no le ha dado tiempo ni siquiera a presentarse? ¿Y por qué le contrataron si ya pensaban que no conocía la Liga española? Era más simple prescindir del entrenador que de los jugadores o, en el caso del Mallorca, de quien dejó escapar a Ibagaza o Novo.

Hasta no hace mucho tiempo estuvo en boga la idea de que fuera el entrenador quien recomendara al club aquellos fichajes que necesitaba el equipo. Parecía lógico que fuera el profesional que trabajaba a diario con los jugadores quien tuviera un conocimiento más exacto sobre sus virtudes y defectos. Aquello duró hasta que se pusieron de moda los intermediarios, y entonces los directivos fueron incapaces de discernir si el entrenador recomendaba realmente la contratación de un jugador porque era futbolísticamente bueno para el club o económicamente rentable para su bolsillo. Y ahí surgió la figura del director deportivo o "mánager".

Luis Aragonés nunca creyó en Paulo Futre, lo mismo que Radomir Antic receló siempre de Leo Beenhakker o Vicente del Bosque de Jorge Valdano. Más recientemente, Frank Rijkaard ha tenido que salir a la palestra para desmentir que Txiqui Beguiristáin le hiciera las alineaciones y, a la inversa, este jueves Miguel Pardeza ha negado ser un Alfonso Capone deportivo que recomiende veladamente a Paco Flores cómo debe jugar el próximo domingo. Y digo yo, ¿no sería de lo más lógico y normal que Alemany, Beguiristáin, Valdano y Pardeza entrenaran directamente a Mallorca, Barcelona, Real Madrid y Zaragoza puesto que son ellos quienes fichan o prescinden de los jugadores? Esta "burbuja futbolística" sí que está a punto de saltar por los aires. Los futbolistas son la excusa perfecta del entrenador, el entrenador lo es del director deportivo y éste es la mayoría de las veces un simple "pararrayos" para el presidente del consejo de administración. Ahí el más listo vuelve a ser el representante que se lleva de todos ellos el diez por ciento. Y sin mover un dedo.


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