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Lo de Los Albertos ha sido tan fuerte que nadie se atreve ahora a prever el próximo paso. ¿Ingresarán en prisión? ¿Podrán esperar sentados y entregados a sus lucrativos asuntos la sentencia del Constitucional? Y, en caso de ser así, ¿cuánto habrá que esperar? Hay casos que tardan una década en resolverse. En una década ya ha podido ganar el PSOE y, a lo peor, abolir las cárceles. Pero sería injusto dejar de valorar la negativa del Gobierno al indulto. No es que haya hecho algo indudablemente heroico pero han sido tantas las irregularidades a la hora de condenar a estos dos estafadores que el solo hecho de comportarse con urbanidad causa sorpresa. Muchos habían apostado por el indulto de Aznar cuando, después de las elecciones de marzo, ocupara la Presidencia "en funciones". Es digno de reseñar que no se haya atenido a ese trámite para favorecer a personas de su cercanía. Sorprendente cercanía. Detestable cercanía, por cierto.

Todavía tienen Los Albertos, según los expertos, un último cartucho: que el Constitucional considere que la instrucción o la sentencia o ambas son una chapuza y que se ha vulnerado el derecho a la defensa de los dos multimillonarios primos (y multimillonarios estafadores), obligando a repetir el juicio, soltándolos del todo (están bastante sueltos) u ordenando cualquier providencia de su consideración. Por supuesto, todo lo que fueron incapaces de negociar con los estafados, pueden ahora los abogados de la infeliz pareja argumentar y negociar. La gente en este asunto hace tiempo que dictó sentencia: a dos estafadores no los han metido en la cárcel porque son amigos del Rey y del presidente del Gobierno. No es un argumento de mucha sutileza jurídica pero va a misa. Veremos la piedad que observan con la Ley y con la imagen de la Justicia los señores del Constitucional. Poco esperábamos. Ahora esperamos algo.

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