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Ignacio Villa

Trampas y más trampas

Llevamos pocos días de campaña electoral en la Comunidad Autónoma de Madrid, pero se antojan suficientes para clarificar muchas actitudes y muchos proyectos de los mismos que provocaron una de las crisis institucionales más importantes que hemos podido vivir. La historia, tristemente, se vuelve a repetir. En junio, todos los protagonistas del escándalo de la Asamblea se retrataron. Todos quedaron en su sitio. Ahora, cinco meses después, todos continúan donde les dejamos antes del mes de agosto.

La pareja Rafa-Fausto se ha desvelado, sin margen para la rectificación, como una alianza demoledora para los intereses de los madrileños. Ahora que faltan poco más de diez días para las elecciones de la Comunidad madrileña no vendrá nada mal que recordemos –y que no olvidemos– el lamentable espectáculo que se vivió durante semanas en la Asamblea de Madrid el pasado mes de junio. No se puede borrar de la memoria de cualquier ciudadano sensato y razonable –por la cuenta que nos trae– el mercadeo público y notorio del que alardeaban en la Cámara madrileña los diputados del Partido Socialista y de Izquierda Unida. Aquellos días que podrían haber quedado para el recuerdo de la historia política, por lo que estamos ya percibiendo se podría volver a repetir, si el dúo Rafa-Fausto consigue la mayoría absoluta el 26 de octubre.

La realidad es que Fausto Fernández ya está presionando, ya está comerciando con las posibles Conserjerías que podrían conseguir para Izquierda Unida en caso de alcanzar junto al PSOE una exigua mayoría. Por su parte, Rafael Simancas guarda un silencio delator e ingenuo. No quiere dar pistas, cuando todo el mundo lo tiene muy claro. No quiere abrir la boca, cuando nadie duda de su objetivo final: gobernar a pesar de todo y con quien sea. Simancas dice no escuchar ofertas de alianzas o de coaliciones, pero él sabe que su única posibilidad –aunque muy remota– es la de gobernar en coalición con Izquierda Unida. Y esa es la única realidad. Simancas vuelve a utilizar la misma estrategia, aunque no deberá olvidar que la mayoría de los madrileños ya le tienen "calado".

Todo es tan evidente, todo es tan burdo, todo es tan ramplón que este intento rastrero de ocultar a la sociedad madrileña los pactos electorales vuelve a ser una de las típicas y habituales mentiras de Rafael Simancas. Y es que Simancas termina siempre utilizando su arma política preferida: la trampa con la trampa. Por el bien de Madrid, por el bien de los madrileños, por el bien de la Federación socialista madrileña, ¡por favor! que el señor Simancas nos deje en paz. No queremos más trampas en la política. Con lo visto y vivido estos meses tenemos más que suficiente.


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