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Carlos Sabino

¿Lograremos el referéndum revocatorio?

Esta es la pregunta que se hacen hoy todos los venezolanos, angustiados por una crisis nacional que no es sólo política sino también económica, moral y también personal. De las posibilidades de realizar el referéndum depende, en definitiva, que el país pueda encaminarse hacia una solución pacífica y democrática o que se vea enfrentado a un futuro incierto, de violencia y hasta de disolución nacional.

Las respuestas dividen hoy a pesimistas y optimistas, como suele ocurrir, pero parten de puntos de vista que es útil tomar en cuenta para entender la complejidad del proceso que estamos viviendo. Entre quienes dicen que no habrá revocatorio se encuentran muchas personas que evalúan correctamente el carácter y la vocación totalitaria del liderazgo de nuestra "revolución bolivariana", una mezcla de demagogia populista con recetas económicas de los años 60, a la que se le agrega el componente ácido de la búsqueda del poder absoluto e ilimitado, propia de los sistemas comunistas. Chávez ha sido señalado como un importante punto de apoyo para el terrorismo internacional y, sin duda alguna, es hoy el mejor amigo que tiene Fidel Castro, un sólido defensor de las guerrillas colombianas y un militar de una actitud autoritaria que se puede apreciar con tan sólo oír algunos minutos de sus interminables y absurdos discursos.

Esta realidad lleva a muchos a pensar que Chávez jamás abandonará el poder por medio de una consulta electoral: tratará de impedirla a toda costa, con artilugios legales y con la acción de sus seguidores más violentos, organizados como verdaderas fuerzas paramilitares. En el caso de que, finalmente, se realice el referéndum y le sea adverso, procederá a desconocer los resultados sacando sus partidarios a la calle para pasar así a la segunda fase de su revolución: no son pocos los recursos con los que cuenta para impedir que se exprese –y se cumpla– la voluntad popular.

Este escenario, aunque coherente y bien apuntalado por muchos datos, no incluye sin embargo algunos elementos que permiten a muchos adoptar una actitud más optimista, llevándolos a pensar que sí habrá por fin una elección para revocar el mandato presidencial. Chávez no tiene, ni podrá encontrar, ninguna excusa legítima y creíble para impedir un referéndum que taxativamente permite la constitución y al cual se ha comprometido ante la comunidad internacional. Para hacerlo tendría entonces que abrazar directamente la dictadura, perdiendo así toda legitimidad política y moral, quedando como un paria ante la mayoría de los gobiernos y arriesgándose a la reacción legalista que, muy probablemente, el ejército podría entonces adoptar. El costo parece demasiado alto, sobre todo si se piensa en el mínimo apoyo popular con el que en tal caso contaría el volátil caudillo y las escasas motivaciones para luchar que tendrían muchos de sus partidarios, bien adentrados ya en el sendero de la corrupción.

Ambos escenarios, como se ve, se apoyan en suposiciones bastante razonables y son, por lo tanto, igualmente posibles. No creemos que hoy, cuando todavía faltan algunos meses para que pueda realizarse el referéndum, que la situación esté lo suficientemente clara como para hacer una predicción valedera. Todo es posible todavía en esta Venezuela que se agita de continuo ante las provocaciones del gobierno, que se desespera por la falta de una resolución rápida a la crisis, que languidece en medio de una economía ahogada por un control de cambios abrumador, usado ante todo como arma política para destruir al empresariado nacional.

De la fuerza con que la oposición se mantenga en esta lucha, de su determinación y de su lucidez, depende en parte que podamos arribar al referéndum a comienzos de 2004. Pero también puede resultar decisiva, en estos meses, la presión de la comunidad internacional, el creciente malestar en las fuerzas armadas, la impaciencia de los desempleados y el repudio generalizado hacia una acción de gobierno que a todos ha hecho perder buena parte de su anterior nivel de vida.

El futuro está abierto, como siempre, y queda en manos de los venezolanos continuar el desigual combate por encontrar una salida pacifica a la trágica situación que vivimos.

Carlos Sabino es corresponsal de la agencia © AIPE

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