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EDITORIAL

Desprestigio de Herrero de Miñón

Menos candidato a la presidencia del Gobierno, Miguel Herrero y Rodríguez de Miñón lo ha sido casi todo en la derecha española: Concejal, diputado y presidente de grupo parlamentario con UCD. Con Alianza Popular, diputado, vicepresidente del partido y portavoz de grupo parlamentario. Como uno de los padres de la Constitución, recibió la Gran Cruz de Isabel la Católica. Y es letrado mayor del Consejo de Estado, así como miembro de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas. Con el ascenso de Aznar a la presidencia de la derecha refundada en el PP, Herrero de Miñón empezó a distanciarse de sus antiguos correligionarios, principalmente por diferencias de enfoque en cuanto a las relaciones con los nacionalistas vascos y catalanes y por la, a su juicio, excesiva combatividad demostrada por la nueva ejecutiva popular contra los desmanes del felipismo. Hasta que abandonó la política activa en 1993. Desde entonces, emprendió una deriva que le ha llevado a las antípodas de lo que hoy defiende el Partido Popular, hasta el punto de convertirse en el defensor más cualificado de las tesis nacionalistas en general –recibió el premio "Amigo de los Vascos" de la fundación Sabino Arana–, y del plan Ibarretxe en particular.
 
Sin embargo, de su dilatada militancia en la cúpula de la derecha española, a Herrero de Miñón han de quedarle, como es lógico, un buen número de contactos, amistades e influencias. Y, según lo publicado el miércoles por el diario El Mundo, las habría utilizado ya en 1998 en beneficio de la familia Franco –que le habría pagado en "especie recalificable", en el suyo propio y en el del que habría sido su socio en la "gestión" para recalificar la antigua finca del general Franco, Gabriel Camuñas; por cierto, otro histórico de AP que también llegó a ser portavoz parlamentario y que abandonó el PP por discrepancias con la nueva línea política del equipo de Aznar. Como ya hemos señalado en muchas ocasiones, uno de los principales méritos de José María Aznar ha sido el refundar la derecha en clave liberal y democrática, procurando prescindir tanto de conservadurismos rancios –que tanto tienen en común con los enemigos de la libertad de la orilla opuesta– como de quienes entienden la política como trampolín para sus negocios e intereses particulares.
 
Con todo, y por lo que parece, aún quedan en las altas jerarquías del PP, ocupando cargos públicos de relevancia, personajes sensibles a "influencias" poco deseables. Concretamente en el equipo de Ruiz Gallardón, bajo cuyo gobierno, en 2001, se produjo finalmente la ansiada recalificación de la finca de los Franco, que éstos venían solicitando infructuosamente desde antes de 1998. Herrero de Miñón y Gabriel Camuñas habrían ganado en la "operación" unos tres millones de euros cada uno. Y no deja de ser sintomático que, en su tertulia radiofónica habitual de la SER, la eminencia al servicio de los nacionalistas se negara siquiera a explicarse o desmentir lo publicado por El Mundo. En lugar de ello recurrió directamente a la descalificación, e intentó cambiar de tema proponiendo hablar de cosas "más serias", como el plan Ibarretxe, del que, según él, apenas hay adversarios inteligentes.
 
Lo publicado por El Mundo vendría a demostrar, una vez más, que cuando la sola firma de un político puede marcar diferencias de valor de una misma cosa que llegan a suponer millones de euros, las intrigas y los muñimientos pueden doblegar la voluntad del más virtuoso e incorruptible. Y a veces los beneficios son tan abultados que merece la pena contratar los servicios del mejor "conseguidor" que pueda encontrarse. Aunque el "conseguidor" corra el riesgo de hundirse para siempre en el descrédito si se descubren sus mañas...

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