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Guillermo Rodríguez

Google y Microsoft: boda non grata

Google terminó la semana pasada de la misma manera que finiquitó la anterior: siendo noticia en todos lados. Si hace quince días el motivo fue su posible salida a Bolsa, el viernes pasado el asunto era otro bien distinto: según publicó el diario The New York Times, Microsoft estaba interesada en comprar Google. Y si el matrimonio no era posible, le valía con aliarse.
 
Con esta noticia ha pasado lo mismo que con la aldeana que fue al ginecólogo y al día siguiente todo el pueblo aseguraba que estaba embarazada. Los contactos iniciales se transforman en intereses serios, éstos en propuestas de compra y todo concluye con el titular “Microsoft compra Google”. Algunos, incluso, daban ya por hecho el intento de adquisición: “Microsoft intentó comprar Google”, titularon Zonared.com y Diario TI.
 
Al margen de cuestiones de estilo periodístico, la noticia es perfecta por ser lo más deseado desde hace varios años. Microsoft y Google, Google y Microsoft. ¡Eso sí sería una boda!
 
Lamentablemente para unos, y por fortuna para otros, parece que no existen demasiadas posibilidades de que la unión fructifique. Se puede comenzar por el razonamiento más débil en apariencia, pero tal vez más el más sólido de fondo: Google no es sólo un buscador. Es también una marca que se ha ganado la aprobación, amor y, en algunos casos, hasta dependencia desmedida de muchos internautas. Entre los que se encuentran, por supuesto, buena parte de techies y linuxeros que jamás concederán el visto bueno a la unión. Y es que no sólo perderían la pureza de su buscador favorito, sino que además éste caería en manos de su empresa más odiada (Microsoft). Su enfado en muchos casos deriva en amenaza: en los foros especializados muchos advierten con dejar de utilizar Google si la boda se lleva a cabo.
 
Los responsables de Google saben que no cuentan con el beneplácito de muchos, muchísimos internautas. Los mismos que, por cierto, han colocado al buscador en el lugar donde se encuentra. Además se añade que su enfado no es una mera pataleta. Microsoft ya demostró la facilidad que tiene para destrozar un servicio que funcionaba más que bien, como Hotmail, y que ha terminado siendo un reducto de de spam. Los responsables de Google saben que venderse a Microsoft reportaría ingentes beneficios, pero también sería el camino más rápido para perder sus señas de identidad. Saben, en definitiva, que Google dejaría de ser Google.
 
El anuncio de los contactos entre ambas compañías persigue otro fin bastante menos claro, al menos en apariencia: inflar aún más si cabe el valor de Google en su probable salida a Bolsa. No es una idea descabellada: sólo con la publicación de la noticia, el valor de Google se ha revalorizado. Y es que el mero hecho de que te quieran comprar, y que además el pretendiente sea nada menos que Microsoft, insufla confianza entre los potenciales accionistas. Algunos analistas fijan en 25.000 millones de dólares el valor de la compañía cuando hace diez días no superaba los 15.000 millones.
 
Este asunto comienza a inquietar de veras: la salida de Google está creando las mismas expectativas, las mismas ilusiones irracionales que, por ejemplo, generó el lanzamiento en Bolsa de Terra. El recuerdo aún perdura: unos se hicieron muy, muy ricos, mientras que otros aún se lamen las heridas con dolor.
 
Por ultimo, la compra o venta del buscador supondría violar una de las promesas de los fundadores de Google, Larry Page y Sergey Brin, cuando sostuvieron que siempre mantendrían su independencia. Demasiados peros para dar el sí quiero.

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