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Amando de Miguel

En el principio era el verbo

Los verbos en español son una dificultad permanente. Qué capricho los verbos irregulares, las formas tan distintas que adoptan. Sin embargo, al final las variaciones son una riqueza.
 
Alberto Hernández, de Ciudad Rodrigo, me plantea ese mal uso periodístico del pretérito imperfecto: “El presidente llegaba a las diez de la mañana” para indicar un suceso que se produce por primera vez. A mi corresponsal le suena mal; a mí también. Es más sencillo informar que “el presidente llegó a tal hora”. Peor aún es otro uso periodístico del tipo: “El fuego habría empezado a las cinco en punto”. Solo se justifica cuando hay muchas dudas sobre lo sucedido, pero entonces la noticia no es tal.
 
Octavio Fernández Bargues me escribe sobre la diferencia entre “escuchar” y “oír”. Critica que la primera forma ha acabado con la segunda en los medios de comunicación. De acuerdo. Con lo fácil que es distinguir “te oigo como quien oye llover” y “te escucho con atención”. Yo puedo escuchar a los tertulianos, pero el sonido no se oye bien en onda media. Se oye con el oído y se escucha con la mente, aunque al final las ondas acústicas vayan todas al cerebro.
 
José María Domínguez Villa (añade “director de Finanzas”) se queja del imperativo usual “fijaros” en lugar del correcto “fijaos”. Hay que ser tolerante con ese vulgarismo tan frecuente. Por ejemplo, hay un imperativo de pregunta de examen que debe tolerarse: “Construir una recta de regresión…”. Sonaría pedante lo de “Construid una recta…”. Parece que el imperativo impera un poco menos cuando sustituye la “d” por la “r” del infinitivo.
 
 
 

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