Menú
Carlos Semprún Maura

La comisión que va a Antequera

“¡Baja Dumont, baja Dumont, que aquí te espera, la Comisión, la Comisión, que va a Antequera!”. Me pasa por la mente la letra de esta canción, a la gloria de Santos-Dumont, que cantábamos de niños, cada vez, y son muchas, que en Francia se nombra a una comisión, que por lo general no va a ningún sitio. Todos los Gobiernos, y no sólo el actual, cuando surge un problema empiezan por negarlo, y cuando esto resulta difícil, porque la prensa habla del tema, surgen preguntas en el parlamento, puede incluso haber manifestaciones callejeras, entonces ¡zas! nombran una comisión y dan el problema por resuelto, ya que una comisión lo está estudiando.
 
No una, sino varias comisiones estudian actualmente los “problemas de la escuela”. Otro debate sobre el laicismo, también en la escuela, pero no únicamente. En este caso, los sindicatos de enseñanza, como el ex ministro de Propaganda de Mitterand, y ex ministro de Educación, Jack Lang niegan rotundamente que la escuela francesa, “la mejor del mundo”, tenga problemas, es la sociedad quien los tiene. Se ve por dónde van los tiros: un gobierno de izquierdas resolvería los problemas de la sociedad, y automáticamente quedarían resueltos los de la escuela. Muy bonito, pero resulta que son los gobiernos de izquierda los que han agravado los problemas existentes, y desde 1981.
 
El ministro actual, Luc Ferry, quiere luchar contra las dos plagas principales: el “iletrismo”, o analfabetismo (reconozcamos que una enseñanza que no enseña constituye un problema), y la violencia en las escuelas y liceos. Para ello, ¡qué remedio!, nombra comisiones. El laicismo existe en Francia desde 1905, y por ley, y había terminado por ser ampliamente aceptado desde hace decenios. Si se ha considerado necesario que una comisión lo “redefina” es porque no se atreven a llamar al pan, pan, y al vino, vino, no saben cómo definir la ofensiva islámica en las escuelas y colegios, pero también en los suburbios “difíciles” y en toda la sociedad. Lo del pañuelo islámico sólo constituye un signo exterior, una señal provocativa de esta solapada “guerra de religión”, cuyo comisario político, o el más vistoso, es Tariq Ramadan.
 
Lo mismo ocurre con el aumento del antisemitismo, que se negaba a rajatabla. Francia no es un país antisemita, se declaraba oficialmente. Otra escuela judía fue incendiada el sábado 15, en Gagny, después de atentados contra sinagogas, almacenes, restaurantes, centros culturales judíos, etcétera, y de pronto el púdico velo de la censura se desgarra y el propio Presidente Chirac... nombra una comisión para luchar contra el antisemitismo. Puede parecer curioso que se entable una acción contra algo que oficialmente no existía, pero bueno, ya era hora, y menos mal.
 
Sería necesario evitar dos errores, aunque me temo que no se eviten, uno sería limitar el creciente antisemitismo a supuestos “puñaditos de neonazis”. El otro limitar la vigilancia a los sectores de “origen magrebí”. Es cierto que es en esa población donde se encuentran los grupos más extremistas y violentos, los que se atreven a decir, hasta por televisión: “¡viva Ben Laden!” y “Hitler tenía razón”, pero el antisemitismo también se manifiesta en liceos y universidades, por parte de estudiantes y profesores franceses hasta los tuétanos y en el seno de asociaciones y partidos de izquierda y extrema izquierda, al ser Israel el chivo expiatorio, culpable de todos los males y desgracias, incluyendo el paro, en Francia.
 

En Internacional

    0
    comentarios