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Federico Jiménez Losantos

A ver por dónde sale Zapatero

José Luis Rodríguez Zapatero está probablemente ante la última oportunidad de su carrera política para enderezar lo que él mismo hizo descarrilar. Pocas veces un líder de la izquierda ha sido mejor recibido y mejor tratado por la derecha que él y pocas veces, por no decir ninguna, malbarató la oportunidad que le ponían en bandeja de asociarse al poder para recluirse en una oposición radicalizada no sólo contra el Gobierno sino contra el sistema. Él prefirió dejar de ser Sagasta para jugar a gregario de Felipe y de Polanco. El resultado de un año de estrategia típicamente golpista es que, además de rendir homenaje a la peor tradición aventurerista y antidemocrática de su partido, está más lejos que nunca de ganar las elecciones.
 
Pero así como en la derecha los errores se pagan con la vida política, no siempre sucede así en la izquierda, que tiene una relación de incompatibilidad manifiesta con la memoria y con la lógica. Puede haber segundas y terceras oportunidades para un líder siempre que haya una ambición capaz de servirlas, como prueba el caso de Mitterand. Zapatero aún puede maquillar esa derrota electoral en marzo de 2004 que pronostican todas las encuestas volviendo al sentido común y a hacer un tipo de oposición que se acerque más al PP que a IU o al PNV. El último sangriento episodio de la guerra de Irak le brinda de nuevo la ocasión de abandonar la pancarta con Llamazares y pasarse al bando de Aznar. Hasta ahora ha hecho y dicho cosas contradictorias, según estuviera cerca de una viuda de militar o de un micrófono de la SER. Mañana tendrá ocasión de explicarse, e incluso de aclararse. A ver por dónde sale. Dicen que la esperanza es lo último que se pierde, y tal y como está España mucha gente quiere seguir conservando siquiera una lejana esperanza en el PSOE como partido nacional. Pronto veremos en qué queda.
 

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