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Gary S. Becker

Reformas indispensables

Las principales economías europeas han tenido un bajo rendimiento desde comienzos de los años 90. Sufren de alto desempleo y lentas mejoras en productividad. Aun así, los gobiernos, los intelectuales y los economistas hasta hace poco negaban la necesidad de aplicar reformas importantes. Por eso llama la atención la petición pública hecha por 300 economistas, casi todos alemanes, para que se lleven adelante amplias reformas en el mercado laboral y también en otros mercados. Casi todos los economistas alemanes más conocidos firmaron el documento, incluido Reinhard Selten, el único premio Nobel alemán de economía.
        
Argumentan que Alemania tiene que relajar las regulaciones sobre despidos, reducir drásticamente la duración de los beneficios concedidos a los desempleados, eliminar los incentivos para retirarse a temprana edad, aumentar la competencia en el sector sanitario para reducir el costo de la cobertura médica y reducir el gasto público para que los impuestos sean menos onerosos. Concluyen diciendo que “nada menos que el futuro de la nación dependerá del exitoso desenlace del actual proceso de reformas”.
        
Yo he estado promoviendo esas mismas ideas por más de una década porque el sistema actual hace que las empresas desistan de emplear más personal y reduce el incentivo de los desempleados para buscar trabajo. También he sugerido la reducción a nivel local de las negociaciones colectivas nacionales de los sindicatos. Los acuerdos sindicales nacionales perjudican a empresas que operan en áreas de alto desempleo, tales como el este de Alemania y el sur de Italia, no permitiendo que bajen los salarios ni puedan crear nuevos puestos de trabajo.
        
Las ineficientes políticas impositivas y reguladoras de Europa han desalentado las inversiones que fomentan la productividad. Una comparación indica que la producción por hora aumentó mucho más rápidamente en Estados Unidos que en Europa: 1,97% al año frente a 1,42%. Esa brecha ha crecido más en los últimos tres años, cuando la productividad en EEUU se aceleró al 2,5% al año y realmente explotó en el tercer trimestre de 2003 al sobrepasar el 8%, mientras que en Europa caía al 0,89%.
        
Durante la década de los 90, los dirigentes europeos generalmente atribuían su rendimiento mediocre a la recesión en la demanda mundial, a las nuevas tecnologías que reducen el número de empleos y la mayor preocupación en Europa por los desempleados y por los ancianos. También culpaban a la inmigración excesiva y rechazaban copiar el modelo anglosajón del Reino Unido y EEUU con mercados laborales más flexibles, beneficios menos generosos para los desempleados, jubilaciones con mayor edad y menor control sindical.
        
Esa oposición explica por qué hasta los gobiernos conservadores de Alemania y Francia mejoraron muy poco sus políticas económicas. Helmuth Kohl, durante su largo mandato en Alemania, desde 1982 hasta 1991, mostró poco interés por las reformas, mientras que el presidente francés Jacques Chirac no ha cambiado la semana de trabajo de 35 horas promulgada por sus antecesores socialistas.
        
En su primer período, el socialdemócrata alemán Gerhard Schroeder se opuso también a las reformas. Pero hace un año cambió 180 grados y optó por reformar el sistema estatal de pensiones, ampliar el trabajo temporal, reducir los beneficios a los desempleados y otras medidas que se tendrían que haber implantado hace tiempo para lograr mayor flexibilidad. Habría que hacer mucho más, pero estas son iniciativas importantes para mejorar el mercado laboral alemán. Ocasionaron grandes protestas de los sindicatos y de la izquierda, incluyendo a miembros del gobierno de Schroeder. Unas 100 mil personas se manifestaron en contra de las reformas en Berlín.
        
La situación económica italiana no es mejor y el primer ministro Silvio Berlusconi sabe que es necesario reformar la economía. Pero incluso sus modestas propuestas respecto al sistema estatal de pensiones y las regulaciones laborales han generado huelgas y violencia. La policía italiana detuvo hace poco a miembros de un grupo radical por el asesinato de dos economistas que apoyaban las reformas de las pensiones. España ha liberalizado más que los otros países grandes de Europa occidental, pero todavía está muy lejos de los modelos económicos del Reino Unido y de EEUU.
        
Alemania ha ocupado el primer puesto en Europa desde su milagro económico de la post-guerra. Si logra vencer la oposición e introduce reformas para reducir el desempleo y aumentar la productividad, otras naciones de la UE seguirán su ejemplo. Entonces Europa se despertaría de un largo letargo y lograría un rendimiento acorde con su capacidad.
 
© AIPE
 
Gary S. Becker, Premio Nobel en 1992, es profesor de economía de la Universidad de Chicago y académico de Hoover Institution.
 

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