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Víctor Llano

¿A quién le importa?

Este sábado hemos sabido que en los últimos días al menos 10 cubanos han podido morir en el mar cuando intentaban llegar a las costas de Florida. Según algunas estadísticas, por cada uno que llega a Estados Unidos pueden haber muerto cuatro. Sin embargo, a pesar de lo maltrechas que son las barcazas en las que huyen, de los tiburones y de los temporales, las víctimas de Fidel Castro insisten en escapar de la Isla-cárcel. Son conscientes de que por lo único que merece la pena morir es por la libertad. Su verdugo aseguró hace pocos meses que arriesgan su vida para comprarse un carro en Miami. Y aunque es cierto que lo que diga este perturbado asesino carece de toda importancia, lo realmente repugnante es que hay muchos desalmados que le creen. En España abundan. Tal vez por eso ninguna de las muchas ONG le ha exigido al Gobierno de José María Aznar que establezca un cupo para que al menos unos pocos descendientes de españoles puedan escapar de la Prisión-grande sin exponerse a los tiburones.
 
Muy probablemente estas últimas muertes pasen totalmente inadvertidas en nuestro país. ¿A quién le importa que una decena de cubanos hayan muerto intentando escapar de Fidel Castro? No hace muchos días informamos de que el Delegado del Gobierno en Madrid negó la exención de visado a un ex alto cargo de la Nomenclatura castrista. Según Francisco Javier Ansuátegui, puede sin ningún problema regresar a La Habana y recoger la visa que salvo excepciones perfectamente definidas le exige la legislación española. Tal vez estas últimas víctimas sirvan para que el señor delegado rectifique y reconozca que el régimen de los hermanos Castro no debe ser un ejemplo de democracia. En cualquier caso, el problema de los cubanos en España va más allá de las responsabilidades de Ansuátegui. Le corresponde a Aznar demostrar que no mintió cuando dijo en Miami que quiere para los cubanos lo mismo que para los españoles.

No vamos a dejar de recordárselo. Aún tiene tiempo de rectificar. Los que intentan huir de Cuba merecen otro trato. Castro es mucho más hospitalario con los etarras que lo somos aquí con sus víctimas. Todavía no ha respondido si piensa o no extraditar al terrorista que quiere juzgar la Audiencia Nacional y que se pasea sin ninguna dificultad por las calles de La Habana. Mientras este sujeto disfruta en Cuba de los favores de la tiranía, en Madrid negamos el refugio a los que sueñan con escapar de allí. Es el mundo al revés. Por desgracia, son legión a los que les resulta indiferente el sufrimiento ajeno. Los niños cubanos que han muerto en el mar no existen para los que después de 44 años de barbarie insisten en mirar para otro sitio cuando se les recuerdan los crímenes de Fidel Castro.

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