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Rubén Loza Aguerrebere

Presidentes del Mercosur, y explosivos

En una novela de ciencia ficción de Coline Kapp, un personaje le dice a otro: “Como observaste, algo no anda bien en este lugar”. Desde los distantes tiempos de la adolescencia me han llegado las palabras para iniciar esta carta ultramarina que empiezo en la Argentina. Y lo hago con el desasosiego que ha causado el robo ocurrido en General Roca (Río Negro) y que ha terminado con la declaración de “alerta máxima” en todo el país. ¿De qué se trata? Nada menos que de la desaparición (al parecer en dos camionetas, de acuerdo a las huellas) de más de setecientos kilos de explosivos, ocurrido el domingo en el polvorín de la cantera de yeso de una empresa argentina. El material robado es de altísimo poder destructivo: quienes lo poseen tienen en sus manos diversos tipos de explosivos, mechas y detonadores. Expertos han señalado, a manera de ejemplo, que con semejante material sería posible provocar al menos dos voladuras semejantes a la que destruyó el edificio de la AMIA (Mutualista Israelita Argentina), que dejara el espeluznante saldo de 86 personas muertas.
 
Por el momento no hay pistas. La citada empresa tardó demasiado tiempo en efectuar la denuncia ante la policía provincial. El robo ahora es investigado por la justicia federal. Existe la convicción de que los explosivos se encuentran en manos expertas, y se teme que puedan ser utilizados para un atentado. En este punto, cabe recordar la voz de alerta (a la que me referí hace unos días), llegada a las autoridades argentinas, por parte de la inteligencia española, sobre la posibilidad de que se llevara a cabo un acto terrorista en Buenos Aires. Sabemos que se han tomado medidas especiales. En manos de los ladrones, estos materiales explosivos de tan alto poder destructivo han erizado la piel de todos. Y no es para menos.
 
Finalizó la reunión de Montevideo, última del año, del Mercosur. En la misma, Uruguay entregó la presidencia rotativa del bloque. Al encuentro de presidentes asistieron los mandatarios Lula da Silva, de Brasil, Nicanor Duarte de Paraguay, Néstor Kirchner de Argentina, así como los presidentes de los países asociados, Ricardo Lagos, de Chile y Carlos Mesa, de Bolivia. Se hizo presente un delegado especial del presidente Toledo porque el Perú se integrará al Mercosur en condiciones semejantes a Chile y Bolivia.
 
La cumbre presidencial fue productiva. También tuvo las interferencias públicas que se desearía fueran un poco más privadas. En el primer aspecto, Uruguay y Paraguay alcanzaron concesiones concretas de los dos socios grandes (Brasil y Argentina), con el muy esperado “reconocimiento de las asimetrías”. Por su lado, Brasil pudo cerrar un acuerdo comercial con la Comunidad Andina, ya que Uruguay flexibilizó su posición. Asimismo, se definió un protocolo para regular las compras gubernamentales, estableciéndose que las empresas de los países del Mercosur podrán participar en licitaciones públicas con libertad, siempre que involucren montos que superen los 75.000 dólares en Brasil, 150.000 en Argentina, y 200.000 en Uruguay y Paraguay, con un margen de preferencia del 3% frente a contratistas de fuera del bloque. Finalmente, no merecieron especial atención temas como la moneda única y la creación de un parlamento común, en los cuales los presidentes de Brasil y Argentina habían mostrado coincidencias.
 
Cabe señalar que a esta reunión del Mercosur asistieron como invitados especiales el presidente del BID (Banco Interamericano de Desarrollo), Enrique Iglesias, el Canciller de Rusia, Igor Ivanov y el Primer Ministro de Angola. Los presidentes mencionados en esta carta, más todos los invitados especiales (y paso aquí al segundo aspecto de la reunión), debieron aguardar (insólitamente) cuarenta minutos al presidente argentino Kirchner: esta fue su demora en llegar a la cena oficial ofrecida por el gobierno de Uruguay. Tal desdén por el protocolo (o por los demás) es digno del Guinness.
 
Cabe señalar que Néstor Kirchner y Lula da Silva se reunieron con el líder izquierdista uruguayo Tabaré Vázquez, pero bilateralmente ninguno lo hizo con el presidente de Uruguay, lo que se consideró como una expresión de malestar para con el presidente Batlle cuyas miras están puestas más allá del Mercado Común del Sur. Y, en fin, mientras Kirchner expresó en Uruguay “su interés como argentino” por conocer el destino de la nuera del poeta argentino Juan Gelman (ex guerrillero montonero, como el canciller argentino Bielza), el presidente de Uruguay, Jorge Batlle, hizo saber su interés por saber el paradero de los 140 desaparecidos uruguayos en la Argentina, tema, éste, que en ese país, y ni siquiera con un presidente tan interesado por los derechos humanos, ha sido tocado. Como se verá, en esta cumbre por demás activa, ocurrió un poco de todo, con aportes al Orden, el Desarrollo y hasta las Buenas Maneras.

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