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Juan Manuel Rodríguez

Si Zidane abre los ojos...

En "The sportswriter", ("El periodista deportivo", Editorial Anagrama) el narrador utilizado por Richard Ford para tal efecto dice lo siguiente: "El deporte no es más que un paradigma de la vida, ¿no es así?... De no ser así, ¿a quién iba a importarle un carajo?". Y el escritor estadounidense tiene toda la razón del mundo. ¿A quién le importaría si no un carajo que un checo, un par de franceses, un italiano y un ucraniano -millonarios todos- pugnaran entre ellos por llevarse a casa un trofeo al que una revista francesa decidió bautizar allá por 1956 como "Balón de Oro"?... Absolutamente a nadie. Gracias a Dios, corroborando el agudo análisis de Ford, el deporte es otro paradigma más de la vida, y afortunadamente de dicho paradigma vivimos los periodistas deportivos.
 
El paradigma se convierte en paradoja cuando, por ejemplo, un seguidor del Real Madrid, defiende a capa y espada a un futbolista en detrimento de otros por el simple hecho de que ese jugador viste la camiseta del equipo con el que se siente emocionalmente vinculado. Quizá no conozca a ninguno de ellos. Es posible que no los conozca jamás, y sin embargo se implica personalmente en dicho debate. ¿Por qué? Porque el deporte profesional es otro ejemplo más de la vida. Y supongo que sobre eso habrán tenido que debatir también los corresponsales de "France Football": ¿Le damos el premio a quien consideramos que ha sido el mejor futbolista de 2003 o premiamos toda una carrera profesional? Para los colegas galos el debate era ¿Nedved o Maldini?, pero yo creo que habría sido más justo preguntarse ¿Maldini o Zidane? Al final han elegido al checo de la Juventus que, con todos mis respetos, no le llega ni a la suela de los zapatos al futbolista del Real Madrid.
 
La elección de Pavel Nedved -¡ojo, un extraordinario futbolista de equipo!- es una "boutade" política como la que se encargaron de que protagonizaran Owen en 2001 (el premio lo merecía entonces Raúl), Belanov en 1986 o Sammer (ese sí que fue el galardón a toda una carrera) en 1996. Siempre me pareció mentira que Al Pacino tuviera que comerse al resto del reparto, al director y al productor juntos y salirse literalmente de la pantalla en "Esencia de mujer" para que le dieran un Oscar mientras que un payaso italiano lo logró a la primera. Ahora Zidane y Nedved -como los citados Owen, Belanov, Sammer o, por ejemplo, Rossi, Papin o Figo- están todos empatados a un "Balón de Oro", lo cual resulta ciertamente absurdo. Y paradójico. Porque salta a la vista que Zinedine Zidane es bastante mejor futbolista que cualquiera de ellos con los ojos cerrados. Ni les cuento qué puede pasar si los abre.

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