En el mundo del fútbol existen comparaciones realmente odiosas y, entre las más odiosas de todas, aparece destacada como la primera del ranking mundial aquella que mi colega Tomás Roncero utilizó con Javier Portillo al bautizarle en una de sus crónicas como el "Gerd Müller del Real Madrid". Seguro que "Tomi", generoso como siempre con todo lo que sepa a merengue, quiso ensalzar de alguna forma a su amigo Portillo y, como Ronaldo sigue todavía en activo y Hugo Sánchez se retiró hace bien poco, echó mano de un alemán que, al no leer ninguna de las publicaciones en castellano, no pudiera denunciarle por intromisión al honor. No se lo he preguntado nunca pero estoy convencido de que dijo Müller como podría haber dicho Van Basten; y dentro de lo que cabe Portillo tuvo suerte porque la comparación con el delantero holandés habría resultado todavía más sangrante.
Resulta que Gerd Müller, a quien apodaron "el bombardero", y no precisamente por la forma espectacular que tenía de zambullirse en la piscina, sigue siendo el futbolista vivo que más goles ha marcado en los Mundiales (catorce). Sólo en el Mundial que se disputó en Méjico en 1970 consiguió diez y, entre otras cosas de menor relevancia, este "Portillo alemán" fue dos veces "bota de oro" en Europa. No creo que ni siquiera Queiroz esté de acuerdo con la comparación de Roncero, puesto que no utiliza nunca (y si lo hace es en los "minutos de la basura") al chaval. Tampoco debe resultar nada fácil compartir posición en el mismo equipo con el mejor goleador en activo del mundo. Aunque por otras cuestiones distintas, Florentino Pérez estuvo en un tris de dejar marchar al jugador. El Real Madrid optó en aquella ocasión por desprenderse de Fernando Morientes y blindar a Portillo. Una mala operación desde mi punto de vista, salvo que Valdano también viera en el joven valor de la cantera al Müller del Madrid del siglo XXI.