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Encarna Jiménez

Un triste balance

La cosecha televisiva del año que está a punto de terminar no ha podido ser más decepcionante, si es que alguien a estas alturas piensa que el rumbo de la televisón no es sino una cuesta abajo en la que la programación es cada vez peor y menor la posibilidad de escoger entre diferentes opciones. Después de padecer lo que han ofrecido las distintas cadenas en estas navidades, con refritos y momias, y a la vista de lo que nos preparan para Nochevieja, se puede constatar que 2003 ha marcado mínimos en la oferta de lo que aún sigue llamándose servicio público.
 
Con el cambio accionarial en Antena 3 hemos visto caer viejas glorias como Jesús Hermida, Olga Viza y Rosa María Mateo en medio de un ajuste de plantilla. En TVE han despedido a Parada, y en Telecinco “Caiga quien caiga”, pero no parece que estemos ante un relevo para traer ideas frescas, sino en unos ajustes que suelen ofrecer más de lo mismo y en peores condiciones. Lo veremos con la vuelta del “Un, dos, tres”.
               
Pasó el año sin que se aprobara la ley del audiovisual. El Partido Popular se olvidó de la privatización de, al menos, una parte de las cadenas públicas, que no paran de perder dinero. La fusión de las plataformas digitales ha significado otro golpe al pluralismo y se abren perspectivas cuasi-monopolísticas para las televisiones locales.
               
En TVE hubo cambios en la dirección para que todo siguiera igual, y lo más destacado fue que una persona de aspecto anodino como Urdaci adquiriera fama y fuera el blanco de las críticas por su comportamiento en los informativos. Lo único reseñable de TVE es que dio a luz una princesa de nombre Letizia que animó el panorama informativo de manera espectacular.
               
A pesar de las críticas a la telebasura, los programas de testimonios, “reality shows” de todo pelaje y espacios del corazón han ido en ascenso. “Crónicas marcianas” acaba de firmar por otros tres años, “Salsa rosa” y “Aquí hay tomate” se han asentado y proliferan los programas de cotilleo en públicas y privadas. Por si fuera poco, entre Tamayo y Sáez, Julián Muñoz y la Pantoja, la política adquirió tintes de culebrón.
               
Este no fue buen año para las producciones españolas de ficción, ni para las inversiones en cine español, lo que ha repercutido en la crisis del sector audiovisual, que anda intentando ajustarse a un mercado que se encoge. También ha venido a menos “Operación Triunfo” y con ella la venta de discos promovidos desde TVE.
 
El año que empieza no parece ofrecer una perspectiva de mejora. Esperemos que no se produzcan bajas como la de José Couso y que sigamos vivos, a uno y otro lado de la cámara, aunque sea para enfadarnos. 
 

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