Menú
Había decidido no publicar esta reflexión. Pero he cambiado de opinión al toparme esta mañana con una viñeta en las páginas de la edición catalana de El Mundo en la que se da por hecho que el ex responsable de turismo de la Generalitat, a quien el fiscal pedía once años, no ha muerto en Manila sino que se ha escapado. Y entonces me he dicho que si los humoristas pueden escupir al muerto, es lícito que un columnista se plantee seriamente la temida cuestión: ¿a quién beneficia la muerte de Cogul? ¿Quién mejora su situación al no poder presentarse el procesado ante el juez porque el día antes ha caído fulminado de un tiro en la cabeza?
 
El tiro se lo habría pegado él mismo tras verter en una carta su resentimiento con compañeros de partido, ex subordinados, IC, juez y periodistas. El suicidio es la hipótesis menos embarazosa una vez el juez ordenó investigar las circunstancias de la muerte. Incinerado a toda prisa y sin autopsia, podría haber dejado sin embargo testigos (los empleados de la funeraria, los funcionarios que levantaron el cadáver) que declararan que el supuesto infartado exhibía un curioso orificio de bala. Repito, tras el infarto, el suicidio es la segunda forma de muerte menos peligrosa para todos aquellos a los que Cogul podría haber salpicado en su declaración. ¿O alguien cree que el finado pagó tantísimos informes de humo, jugándose el prestigio y la libertad, por insensato altruismo?
 
Si Cogul no hubiera encajado una bala en la cabeza el día antes de comparecer ante el juez, con toda seguridad habría sido condenado a pena de prisión en una Barcelona donde las instituciones penitenciarias ya no las gobierna la coalición a la que él pertenecía. Del modo arbitrario y politizado con que esta competencia se gestionaba en el oasis da idea el hecho de que el fileso Sala, de infausta memoria, purgara en tres meses una condena de diez años. Si CiU trataba así a los adversarios, ¿qué lenidad no habría de esperar un compañero de filas resentido por haberse comido solito el marrón?
 
Por esas circunstancias de la vida, unos días antes de la prevista comparecencia de Cogul ante el juez, CiU perdió el poder. Dos de las tres formaciones que lo tomaron nunca han disimulado sus ganas de hincarle el diente a Unió por la merienda de negros del turismo.
 
Las cenizas de Cogul están en una urna sellada en el juzgado. La prueba del ADN demostrará si el chistoso de El Mundo tiene razón o es un pobre canallita que apunta con el dedo al muerto mientras otros se escapan por la alcantarilla. Si Cogul está en la urna nunca sabremos quién apretó el gatillo, pero sólo los idiotas ignoran a quién beneficia su eterno silencio.

En España

    0
    comentarios