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Federico Jiménez Losantos

La guardería eterna como modelo educativo

Si el PSOE no hubiera destrozado minuciosa e implacablemente la enseñanza pública, ensañándose especialmente con la Secundaria y la Universidad, si no hubiera liquidado quizás para siempre el mejor mecanismo de promoción social que la dictadura de Franco legó a la democracia, si la LOGSE, la Reforma, la LAU y otros engendros pedagogistas de señoritos que jamás han cogido una tiza no nos hubieran mostrado el aspecto más siniestro de un sectarismo infinito, sólo comparable a su estulticia y a la indiferencia por los alumnos reales y la educación real de los más desfavorecidos, es decir, si no conociéramos cómo las gasta el PSOE en materia educativa, podríamos tal vez sonreír ante la ingenuidad de las propuestas zapateriles en materia de Cultura y Educación. Por desgracia, los conocemos. Y no producen risa, ni sonrisa. Maldita la gracia que hacen.
 
Sin entrar a comentar el tono mitinero de Carme Chacón, tan partidista y miope que roza lo grotesco, hay una propuesta que sintetiza muy bien lo que el PSOE entiende por enseñanza y que no es sino la elevación de la guardería a modelo educativo perpetuo. Eso de abrir los colegios “doce  horas al día, siete días a la semana  y once meses al año” retrata todo lo que puede ocurrírsele a un partido al que no se le ocurre nada, y es particularmente siniestro cuando con los horarios actuales y las normas implantadas por Marchesi, Rubalcaba y demás cuadrilla apenas se consigue implantar el mínimo de disciplina en las aulas que requiere una clase para darla en serio y recibirla con provecho, cuando la calidad de la enseñanza ha descendido a niveles subterráneos, cuando los universitarios terminan la carrera haciendo faltas de ortografía, cuando al PP le ha costado ímprobos esfuerzos lograr que los que ni estudian ni aprenden no pasen de curso para entorpecer a los que estudian y quieren aprender, cuando la Universidad sigue siendo una corrupta mezcla de aldeanismo y corporativismo, cuando la llegada masiva de inmigrantes ha dinamitado el ya mediocre nivel de muchos centros públicos, cuando, en fin, la enseñanza pública está quedando para los que no pueden pagarse la privada. Aunque en realidad pagan las dos.
 
Si, al abandonar cualquier idea nacional y al renunciar a la igualdad fiscal y hasta a la solidaridad regional, el PSOE ha dejado boquiabiertos a quienes nunca sospecharon que pudiera llegar tan lejos, hay que reconocer que en Educación mantiene una línea de indudable continuidad. Para ser precisos, de calamidad en la continuidad. Si la enseñanza pública no estuviera tan rematadamente mal, podríamos proponer que Zapatero, Caldera, Chacón y compañía empezaran de nuevo el bachillerato, a ver si así  mejoraban su nivel intelectual y dejaban de proponer disparates. Pero, aunque parezca imposible, es fácil que empeorasen, por el bajo nivel general y su pésima actitud. Nos contentaremos con no votarles, aunque, la verdad, parece poco para lo que merecen.  
 

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