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Rubén Loza Aguerrebere

Uruguay contra las izquierdas

El presidente de Uruguay, el liberal Jorge Batlle, es una rara avis entre los izquierdistas Lula de Silva de Brasil, Ricardo Lagos de Chile y el argentino Néstor Kirchner. El gobierno de éste, ahora, ha admitido públicamente (a través de su ministro del Interior) su “afinidad” con el líder de la izquierda uruguaya Tabaré Vázquez, candidato de la coalición Frente Amplio. Hace bien poco, en Bolivia, Kirchner no se reunió con el primer mandatario pero sí mantuvo conversaciones con el líder cocalero Evo Morales.
 
Y bien, ahora asistimos en Uruguay a la proyección de un film que vimos hace cinco años. Me explico. Ha retornado a la escena uruguaya (desde México, por ahora) el anciano y siniestro (aludo a sus tendencias izquierdistas, pues fue guerrillero montonero) ciudadano argentino Juan Gelman, de oficio poeta. Aquella vez reclamó ante el presidente Sanguinetti por su nieta, nacida en la época de la dictadura uruguaya, atrozmente arrebatada. Lo hizo con un fuerte y retroactivo afecto por jovencita por la cual nunca antes (llevaba Uruguay más o menos quince años de gobiernos democráticos) se había interesado. La izquierda participó del reclamo porque Vázquez estaba a punto de ganar. Como ahora. Pero no ganó.
 
Fue el presidente Batlle quien en su despacho presentó la nieta al anciano abuelo y, el señor Gelman. Este viajó a la reunión sin avisar a la abuela de la jovencita, sino con su nueva “compañera”, se emocionó mucho y agradeció a Batlle, y se fue. Hasta ahora. ¿Curioso es el afecto? Desde entonces no ha retornado al Uruguay. Pero en estos momentos, cuando el panorama político es parecido, el señor de los versos quiere saber el paradero de su nuera, Claudia García Irureta, desaparecida en Argentina y quizá muerta aquí, en tiempos de nuestra dictadura. El gobierno de Uruguay dijo que el caso caía en la ley de amnistía votada por el parlamento uruguayo y luego por el pueblo uruguayo a través de un referéndum.
 
Como respuesta el gobierno argentino presentó una querella por la nuera de Gelman, citando a declarar al propio presidente Batlle, así como a varios militares de aquella época. El canciller uruguayo Didier Opperti (profesor universitario del más alto grado, experto en Derecho Internacional, dueño de larga carrera diplomática, quien ha presidido asambleas de la ONU) habló con Bielza, canciller argentino (antiguo montonero) quizá menos experiente en estos temas, estableciendo la inexistencia total de facultades para semejante aspiración. Argentina retrocedió.
 
Pero Batlle contratacó y preguntó por ochenta muertos uruguayos en Argentina. Fue una bomba. Kirchner no debe saber que en Buenos Aires, entre los más de 30 mil muertos argentinos de la dictadura de ese país, hay muertos que son uruguayos y que son muchos. Y que, entre ellos, están nada menos que quien fuera presidente de la Cámara de Diputados de Uruguay, Héctor Gutiérrez Ruiz, del Partido Blanco y el senador de un grupo escindido del Partido Colorado, Zelmar Michelini. Salvó apenas su vida porque alcanzó a recibir un aviso a tiempo el más importante político uruguayo del último medio siglo: Wilson Ferreira Aldunate, liberal y la mayor personalidad del liberal Partido Nacional o Blanco. De todo ello nunca han investigado nada.
 
¿Kirchner? Se ofendió por los ochenta muertos uruguayos en Argentina, que son más de 170 en realidad, de los que se ha pedido formal noticia, y reiteró sus ofensas a Batlle y le pidió que se retractara. Y los dos Fernández del gobierno argentino (el citado Ministro del Interior que admitió que el corazoncito de ellos estaba con la izquierda de Uruguay, y el que oficia de portavoz) subieron el tono con nuevas críticas al presidente Batlle.
 
Ciertamente, la situación es muy tensa. Algo semejante sucedió entre los peronistas y el presidente Luis Batlle (padre del mandatario uruguayo, en los años cincuenta). El gobierno de Uruguay ha resuelto tomar distancia del tema, analizar las declaraciones de los funcionarios de la Argentina y hacer una declaración sobre los hechos, que será severa y respetuosa, basándose solamente en el Derecho Internacional y los tratados que se han firmado entre ambos países.
 
Llama la atención la virulencia del presidente Kirchner (un gobernador de provincias que, por descarte, sin haber ganado la primera vuelta que perdió con Menem, ha terminado siendo presidente) para con Uruguay. De todos modos la emprendió contra Estados Unidos: recuerden que dijo que a Bush “le ganamos por nocaut” (sic). El rugido del ratón.
 
El presidente Kirchner viajará a España el 28 de enero; no sabemos si lo hará en el avión presidencial Tango (no se atrevió a viajar a en él a Alemania por temor a que se lo embargaran), y ya le verán de cerca y en acción.

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