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Amando de Miguel

Correcciones fraternas

Agradezco mucho ─de verdad de la buena─ las numerosas correcciones que me hacen algunos lectores más expertos o más avisados que yo. Lo del lenguaje no es una ciencia exacta, suponiendo que  hubiera alguna ciencia exacta. Por otro lado, supone saberes distintos, especializados, que una sola persona no puede dominar. De ahí que sea tan útil este intercambio de comentarios sobre la salud de nuestro idioma común.
 
Ignacio G. Pérez de la Sota, de Salamanca, me da toda una lección de helenismo (de elenikós, lo referente a Grecia). El centro de su larga argumentación es que “heurístico” está muy bien puesto con hache de acuerdo con la correcta etimología griega. La transcripción del verbo “encontrar” en griego tendría que ser heurisko, para indicar una pequeña aspiración inicial que exige la voz griega. Así pues, la hache de “heurístico” no procede del inglés, como yo había supuesto en mi nesciencia. Se me podía haber ocurrido que de elenikós, sin hache, viene “helenístico” o “helenismo”, con hache. Eso de la aspiración no es un hecho extraño. Observen que Javier Arenas y varios millones más de andaluces dicen algo así como “lo jandaluce” (= los andaluces).
 
Emilio Navarro, también filólogo, remacha lo anterior y yo lo consigno. El “emilio” de don Emilio me insiste en una consulta precedente que yo no había contestado. Me pregunta por la voz “recadiar”. No me suena, aunque parece castellano castizo. En Castilla se dice “recatiar”, que es tanto como regatear, discutir un precio, como se hace (o se hacía) en las ferias de ganado. También existe “recadar”, equivalente a recoger recados o cualquier otra cosa de valor. Quizá “recadiar” sea una variante local del último sentido. No se me alcanza más. A ver si nos echa una mano algún dialectólogo.
 
Gonzalo, de Tarragona (seguramente un científico avezado) me corrige la distinción que yo hacía entre “vidrio” y “cristal”. Dice don Gonzalo que “el vidrio es exactamente lo contrario del cristal aunque tengan una apariencia similar”. Según la definición técnica, el cristal supone una “disposición molecular regular”, en tanto que esa ausencia hace que el vidrio sea “físicamente igual a un líquido”. Bien, acepto humildemente la corrección. Mi única y tímida defensa es que la verdad científica no es la única verdad en el lenguaje. Por eso decimos “átomo” (literalmente lo que no se puede romper o separar; gran error) o “puesta de sol” (aunque es la Tierra la que se mueve). Por lo mismo, para la observación corriente, el vidrio es algo más basto que el cristal.
 
Recibo constantes críticas por haber calificado de “pírrica” la victoria de Maragall en Cataluña. Por ejemplo, así me lo recrimina Francisco Javier Fernández Roca. Bien, el calificativo de “pírrica” no es el adecuado, porque, después de todo, con menos diputados que Convergencia, gobierna Maragall. Pero no deja de ser una extraña victoria, puesto que quien manda es Carod. Con su pan (y tomate) se lo coman.
           
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