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Amando de Miguel

Televisilalia

Me invento ese neologismo en broma para indicar los disparates que se oyen por la tele. Naturalmente, el artilugio no tiene la culpa de nada. Son las personas asomadas a la ventana electrónica las que cometen esos desaguisados léxicos. Álvaro Espinosa, de Barcelona, me provee con abundante munición. En un telediario escuchó, asombrado, lo de “esa verdad de que nadie es profano en su tierra”. Total, profano o profeta suenan casi lo mismo. Otra emisora felicitó “a las Montses” porque la fecha era “el día de Santa Montserrat”. O también, lo de “yo me lavo las manos como Nerón”. No es que el emperador pirómano no se lavara las manos, sino que el lavatorio por antonomasia fue el de Pilatos, como saben todos los niños de escuela. Bueno, quizá ahora no, con la “Religión opcional”.
 
Miguel Marqués, de Valencia, señala una verdadera plaga en los bustos parlantes que se asoman a la tele con ínfulas de notoriedad. Es el temor al “de” en frases como “me doy cuenta que” o “informo que”. Se evita la preposición “de” por el miedo a caer en el infame “dequeísmo”. Cierto es que suena mal lo de “pienso de que”, pero no se justifica la eliminación caprichosa de la partícula “de” cuando corresponde incluirla. Por la misma razón, don Miguel insiste en que también tiende a prescindir del “que” en frases como “seguro habrán oído hablar de él”. Ambos verbicidios son reprobables y sobre todo cansinos.
 
En el telediario de la una acabo de oír a un periodista lo de “medianera” para referirse a la “mediana” de una autovía. Podría decirse también la “medianería”. En todo caso, “medianero” es un adjetivo. Sería correcto decir “el seto medianero” de una autovía. Pero, teniendo “mediana”, mucho mejor. Por cierto, en la noticia a la que aludo, el guardia Civil fue el que empleó la palabra correcta.
 
Empieza la campaña electoral y los políticos discursean a través de la ventana electrónica. Escucho a Carmen Chacón (víctima de las últimas reformas del Bachillerato), quien confunde reiteradamente el verbo “deber” (mandato moral) con “deber ser” (probabilidad). El error es tan común que ya ni llama la atención. 

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