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Amando de Miguel

Dudas y refinamientos

Miguel (sin más) me indica un dislate común: poner “transplantes” en lugar del correcto “trasplantes”. Señala que “es un error muy frecuente”. Y tanto; yo lo he cometido alguna vez. Se me pega el inglés, como suele ser el caso de los españoles que no dominamos la lengua de Chesterton.
 
Antonio López Gaona dice que le suena mal lo de “la población indonesia”. Se plantea si no sería mejor decir “la población indonesa”. Pues no. Los adjetivos “polinesio” o “indonesio” se refieren, respectivamente, a Polinesia o Indonesia. Repita conmigo, don Antonio, “la población indonesia”; no suena tan mal
 
José Gabriel Martín Mora, de los Ángeles (California) me consulta sobre si se puede decir “las gentes” en lugar de “la gente”. En buena ley, hay que decir “la gente” como conjunto de personas. Un vulgarismo simpático es el de señalar que una buena persona es “buena gente”. El plural es desaconsejable de modo general, aunque hay locuciones clásicas muy elegantes como “don de gentes” o “Derecho de gentes”. Muchas veces se dice “las gentes” como una referencia clásica o poética. Los hispanoparlantes del otro lado del charco tienden a decir “las gentes”, quizá por contagio del inglés. Seamos comprensivos. Dígase “la gente” o “las gentes” según parezca o convenga, pero sabiendo lo que se dice.
 
José María Sánchez me critica porque yo haya defendido el verbo “autentificar” frente a la forma “autenticar”, que me parece un tanto anglicana. Mi corresponsal insiste en que ambas formas están en el DRAE y otros diccionarios de español. Claro es. Pero déjeseme decir que la voz “autentificar” me parece mejor aunque “autenticar” sea más antigua. Ese –ficar le da un sentido de algo que se hace como Dios manda. Por la misma razón, prefiero “panificar” que “panar” o “empanar”, si se trata de hacer pan. Pero, en fin, pido perdón si no dejé claro que las dos formas “autentificar” y “autenticar” son correctas. Estén tranquilos los notarios.

 José Antonio (sin más) me recuerda un creciente error de los políticos y otros hombres públicos: el abuso de la preposición “en”. Tiene razón mi corresponsal. Aduciré algunos taimados ejemplos. Ahora ya no nos vemos “por la tarde” sino “en la tarde”. No valoramos “positivamente” las cosas sino “en positivo”. Ya no calculamos “a corto plazo” sino “en el corto plazo”. Y así hasta la saciedad. La preposición “en” es la más abundante del castellano. No hagamos que prolifere todavía más. Desgraciadamente, la frase más famosa de nuestra literatura es “En lugar de la Mancha”. El octosílabo dichoso nos ha hecho amar el “en” hasta la desmesura.

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