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Amando de Miguel

Consultas inteligentes

Álvaro (sin más), desde Viena, me pregunta por qué califico de “efímera” esta seccioncilla, cuando lo efímero se refiere a una dimensión temporal y no espacial. Me recuerda que kurz, en alemán, es las dos cosas al tiempo. No es casual ─me sugiere─ que Einstein, pensando en alemán, unificara el tiempo y el espacio. Son apreciaciones muy interesantes en las que yo no había caído. Lo de “efímero” aplicado a esta seccioncilla no quiere decir breve, sino literalmente que dura un día (eso es “efímero” en griego), o quizá unas horas. Hay mariposas o flores que tienen esa vida tan fugaz. Ese es el ritmo del periódico y más cuando es digital. Es decir, no escribo un libro, sino articulillos que parpadean en la pantalla y se van como han venido. Lo contrario serían los textos plúmbeos, grabados en plomo, o las inscripciones en piedra. No obstante, escrita está la seccioncilla con amor y humor.
 
De paso, Antonio el vienés me consulta la dificultad de poner la tilde en “como, donde” y similares. Muy fácil. La tilde se coloca si se quiere dar un sentido interrogativo. Por ejemplo: “¿Qué cómo como y dónde como? No me preguntes cómo o dónde como, porque como como como y donde como”. Si se eliminan las tildes, el trabalenguas sería todavía más difícil.
 
Carlos A.P.F., de Madrid, me señala la tendencia a sustituir las voces como matrimonio, marido, mujer, etc. por “pareja”, término reservado antes a los animales. Mi corresponsal se pregunta si no acabaremos llamando “patas” a las “piernas”. Todo puede ser. La verdad es que el lenguaje suele mantener la mayor parte de las mismas voces anatómicas tanto para la especie humana como para los otros mamíferos. Sin embargo hay excepciones, no solo la de patas o piernas. Veamos: ubre y teta (o pecho), pezuña y pie. Aunque todos comemos, no es lo mismo el comedero que el comedor. En el Renacimiento se hizo un esfuerzo para distinguir simbólicamente a los hombres de los otros mamíferos. De ahí las normas de urbanidad. Quizá se cierre ahora ese ciclo y volvamos a intercambiar algunas voces, como esa de la “pareja”. Pero todavía no hay hombres que sean “sementales” por muy donjuanes que parezcan. Seguimos con la distinción entre pata y pierna, aunque los humanos “metemos la pata” con alguna frecuencia. Por lo mismo, las mujeres ahora “paren”; antes “daban a luz” o “alumbraban”. En fin, quizá nos estemos animalizando otra vez a través del lenguaje. Puede que sea un acto de humildad o una animalada.
 

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