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Alberto Míguez

El opio de Afganistán

Recientemente se celebró en Kabul la primera Conferencia Internacional de lucha contra la droga organizada por la ONU, lo que no deja de ser una paradoja: Afganistán es, con gran diferencia, el primer productor mundial de heroína y, desde luego, el primer exportador. Antonio María Costa, director de la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Crimen acusó a ciertas personalidades del gobierno afgano de facilitar y beneficiarse con el narcotráfico. Costa no dijo nada sobre el jefe del Estado, Karzai, probablemente porque sabe mejor que nadie hasta qué punto este político carece de competencia y capacidad para acabar con tales complicidades entre los señores de la guerra, que siguen controlando extensas zonas del territorio, y las mafias de la droga.
 
Como en Colombia, hay una relación de mutuo provecho. Lo que le gustaría a Naciones Unidas es que la ISAF, fuerza de internacional de asistencia en la que participa también España y otros países de la OTAN, se ocupase de acabar con los cultivos de opio, materia prima para la heroína. Es dudoso que pueda o quiera hacerlo. El general norteamericano David Barno acaba de declarar que la prioridad de la fuerza internacional allí destacada es garantizar la seguridad del país y consolidar al gobierno existente.
 
Quemar campos de amapola u opio, destruir los laboratorios de refino, detener a los contrabandistas y “correos” va mucho más allá de esta prioridad.  Ni que decir tiene que iniciar ahora una reconversión o sustitución de cultivos es simplemente imposible. No hay medios, ni seguramente voluntad compartida por todos los países participantes en la ISAF. Se trata, por supuesto, de evitar que Afganistán se convierta en un Estado narcodependiente pero ¿no lo es ya?. Sobre el papel y en declaraciones públicas, todos los países parecen dispuestos a compaginar la lucha contra los talibanes con la lucha contra la heroína. Pero la realidad de un país destruido y desolado donde, además de opio hay también talibanes, resulta muy difícil de reducir a lo políticamente correcto. El primer recurso de Afganistán es la ayuda internacional. Pero inmediatamentre después viene la heroína. ¿Cómo acabar con tal contradicción?

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