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Richard W. Rahn

Los paraísos fiscales

Cuando se oye hablar de las Islas Caimán, la gente tiende a pensar en actividades financieras ilegales. Es cierto que Caimán es el centro financiero más grande de los llamados paraísos fiscales y ocupa el quinto lugar entre los centros financieros más grandes del mundo.
 
Pero, contrario a la mitología de películas y novelas, esas islas del Caribe no se enriquecieron amparando a delincuentes. La realidad es todo lo contrario. Píenselo; si usted estuviera buscando un lugar para su dinero, ¿escogería un banco manejado por incompetentes o delincuentes en algún sitio controlado por una mafia o lo colocaría en un banco administrado por administradores honestos y competentes, en un país donde rige el imperio de la ley?
 
La verdad es que esos paraísos fiscales como las Islas Caimán, Bermudas y los grandes centros financieros como Suiza, el Reino Unido y Estados Unidos se caracterizan por gozar de tribunales honorables y administradores competentes.
 
La mayor parte del dinero en las Islas Caimán es institucional más que de individuos y es más difícil para una persona abrir una cuenta nueva en Caimán que en Estados Unidos.
 
Las Islas Caimán tienen arreglos con el Servicio de Impuesto sobre la Renta y el Departamento de Justicia de Estados Unidos para intercambiar información sobre presuntos delincuentes, evasores de impuestos y terroristas. Si usted es un maleante, no le recomiendo tratar de abrir cuentas bancarias en Caimán ni en Suiza porque ni los bancos ni los gobiernos lo protegerán.
 
Sin embargo, la gente honesta se beneficia de una razonable privacidad bancaria en esos lugares y la realidad es que más “lavado de dinero” ocurre en Nueva York y en Londres que en lugares como Caimán y Suiza.
 
Mucha gente cree que hay montañas de dinero en efectivo y en oro en las bóvedas de Caimán. La realidad es que hay muy poco efectivo y casi nada de oro. Lo que las Islas Caimán y otras jurisdicciones llamadas “offshore” proporcionan es un lugar donde las grandes compañías e instituciones financieras concentran recursos –de forma electrónica- sin ser gravados o sujetos a costosas e innecesarias regulaciones, hasta que ese dinero pueda ser productivamente reinvertido en algún otro lugar del mundo. Las transferencias se llevan a cabo en cuestión de segundos.
 
La mayoría del dinero que pasa por las Islas Caimán es invertido en Estados Unidos. Alrededor de un millón de millones de dólares (un billón en español o un trillón en inglés) pasan por las Islas Caimán cada año, pero ese dinero no está físicamente allá ni es propiedad de los isleños. Ellos se ganan la vida como abogados o contadores y dando buen servicio financiero y turístico.
 
El dinero pertenece a millones de inversionistas en empresas de todo el mundo, muchos de los cuales no están conscientes que parte de sus inversiones son reempaquetadas en Caimán para ser luego colocadas más eficientemente en otras partes del mundo.
 
La gente no sabe que el mundo sería más pobre si lugares como Caimán no existieran. El mundo moderno depende de las inversiones de capital. El capital financiero es necesario para establecer fábricas, comprar maquinaria, financiar investigaciones, contratar personal y desarrollar nuevos productos, incluyendo medicinas milagrosas. Muchos países imponen altos impuestos al capital, lo cual significa menor inversión y baja creación de empleos.
 
Ni las personas ni las empresas ahorran si esos ahorros son altamente gravados con impuestos. Y sin ahorro no hay nuevas inversiones.
 
El crecimiento económico mundial se maximiza cuando el capital se invierte en actividades y empresas con alta rentabilidad después de impuestos. Lugares como Caimán proveen ambientes más eficientes y de bajo costo para que las instituciones tengan acceso y utilicen capital, con seguridad jurídica. Por eso la mayoría de los grandes bancos internacionales operan en las Islas Caimán, así como cientos de compañías de seguros y miles de fondos de inversiones.
 
Debido a que existen lugares como las Islas Caimán, hay más gente dispuesta ahorrar y a invertir. Sin esos centros, la utilización del capital sería menos eficiente.
 
Muchos políticos quieren acabar con los centros financieros como Caimán porque no castigan al capital con altos impuestos. Lo que lograrían es reducir el ahorro y las inversiones alrededor del mundo. Si no quieren que los fondos fluyan hacia Caimán, que procedan a bajar los impuestos en sus países.
 
© AIPE
 
Richard W.Rahn, presidente de Novecon Financial y académico asociado del Cato Institute. 

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